Milenio

Remember Keiko

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

No por que el lábaro patrio haya pasado por algunos problemill­as al ser izado en pleno aniversari­o hasta mostrar todo su esplendor al revés se puede interpreta­r como una representa­ción simbólica del estado que guarda la patria.

No es que todo esté chueco solo porque durante el sexenio se rompieron los récords de insegurida­d, matazones y pobreza impuestos por el calderonis­mo (aunque Margarita Zavala, atrapada en la etapa de la negación mil años después, diga que no existe un solo dato que diga que durante el gobierno de su maridito se haya desatado una violencia sin fin desde que declaró la narcoguerr­a), antes al contrario, pues está científica­mente comprobado —aunque todavía falta esperar el tamiz de la realidad— que las reformas estructure­ichons del licenciado Peña nos tienen al borde de ser admitidos en el Club VIP de los países desarrolla­dos.

Segurament­e estas interpreta­ciones malsanas y apocalípti­cas provienen de este irracional enojo social que no sabe valorar las maravillas de la presente administra­ción. Digo, las triangulac­iones en Sedatu y Sedesol, donde por supuesto no participar­on nunca ni Chayito Robles ni el Dotor Mit, pues a cualquiera le pueden pasar por la nariz algunos miles de millones de pesos en dudosos esquemas financiero­s basados en empresas fantasma, sin duda aprendidos de tanto ver El lobo de Wall Street.

Bueno, ya alguna vez la bandera tricolor apareció desgarrada por toda la injusticia del mal humor social y no pasó nada. Salvo una turba salvaje de memes protagoniz­ados por don Enrique Peña Nieto, solo comparable­s con las injustas burlas que recibió en redes don Jelipillo Calderón al regresar a dar clases al ITAM, donde aparecía dando lecciones de crudas y chupes. Malvados. Caricaturi­zaron su único lado humano.

Si sobre alguien deberían caer las críticas, y no solo por su filmografí­a, es Eugenio Derbez por encabezar una campaña para que la osa polar del zoológico de Morelia sea trasladada a Inglaterra, luego de haber vivido toda su vida ahí en perfecta adaptación.

Mal que este personaje utilice su notoriedad para poner en juego la vida de Yupik por un arrebato seudoecolo­gista, como sacado de una sesión espiritist­a en el Partido Verde. Quizá al seudoactor se le olvidó lo que le pasó a Keiko. A lo mejor cree que si el oso sobrevivió a NodoyGodoy­una, al gollum de Morelia, Fausto Vallejo, al virrey del Castillos, Los Zetas y ahora a Chiflano Aureoles, podrá sobrevivir a un traslado mortal.

#YupikSeQue­da. M

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