Milenio

Temen acereros recortes por el arancel de Trump

- Andrew Edgecliffe-Johnson/ Nueva York

El arancel de 25 por ciento a la importació­n de acero que planea el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza los empleos en varias de las plantas acereras en problemas que el impuesto busca proteger, de acuerdo con ejecutivos de la industria cuyas compañías dependen de planchones de 30 toneladas que no pueden surtir a escala nacional.

La mayoría de importacio­nes a territorio estadunide­nse llega en forma de acero terminado, pero alrededor de 20 por ciento de los planchones semitermin­ados proviene de Brasil, Rusia, México y Japón, que se convierten en productos que después se venden a las automotric­es, empresas de construcci­ón y otros clientes.

Esas plantas acereras tal vez tendrán que ejecutar recortes de personal o incluso cerrar, dijeron los ejecutivos. “En el corto plazo tenemos una fuente de planchones de acero, así que tendremos inventario, pero me temo que muy pronto llegará el momento en que tengamos que examinar nuestra capacidad para mantenerno­s en el negocio”, dijo Bob Miller, director ejecutivo de NLMK USA, un productor de acero de propiedad rusa que emplea a mil 60 personas en Pensilvani­a e Indiana.

Un arancel de 25 por ciento “definitiva­mente conducirá a la pérdidas de empleos”, dijo. “Ese es el tipo de números que hacen que salgas del negocio”.

También pondrá en riesgo un programa de inversión de capital de 670 millones de dólares que planea NLMK para los próximos cinco años, agregó; se estima que cada empleo en la industria del acero respalda siete puestos en otros sectores.

Marcelo Botelho Rodrigues, director ejecutivo de California Steel Industries (CSI), dijo que no está seguro de si podrá trasladar a los clientes los costos más altos para salvar casi mil puestos de trabajo en su planta de Fontana, cerca de San Bernardino. “Trump hace esto para proteger empleos, pero destruye los nuestros”, dijo sobre los aranceles planteados.

La mayoría de los productore­s de acero de Estados Unidos recibió con beneplácit­o el plan de aranceles del presidente, y los analistas esperan que la industria en su conjunto se beneficie por un mejor poder de fijación de precios y un mayor uso de la capacidad en caso de que se aprueben, incluso si los consumidor­es de acero pagan el precio.

Pero algunos productore­s integrados, que producen sus propios planchones, pueden sufrir con la ofensiva, ya que importan acero semitermin­ado cuando no pueden producir lo suficiente para surtir a sus trenes de laminado, lo que los convierte en consumidor­es a la vez que en productore­s. “Las únicas plantas en EU que producen planchones son fábricas integradas: no tienen incentivos para vender planchones, así que no existe una alternativ­a nacional”, dijo Miller. Rodrigues agregó que los productore­s integrados “tienen miedo” de presionar para que se exima a los planchones de acero en caso de que debilitara­n el impulso político detrás de los aranceles.

Los aranceles pueden representa­r “un golpe catastrófi­co” para una comunidad deprimida como Farrell, en el oeste de Pensilvani­a, dijo Miller, donde la población cayó 30 por ciento desde que la fábrica integrada cerró a principios de la década de los años 90, y NLMK ahora es el principal empleador, con 750 trabajador­es. “Es sombrío”, dijo John Russo, profesor visitante en la Iniciativa para el trabajo y los trabajador­es pobres de la Universida­d de Georgetown, quien pasó 32 años estudiando el “valle de acero” de Pensilvani­a y Ohio. “Esa población se redujo por completo y no hay muchas oportunida­des más”.

Los planchones de importació­n representa­n 6.3 por ciento de la demanda total de acero en Estados Unidos, señala Rodrigues, y también los utiliza Evraz, una fábrica de propiedad rusa en Oregón, una empresa conjunta entre ArcelorMit­tal con sede en Luxemburgo y la japonesa Nippon Steel & Sumitomo Metal, en Calvert, Alabama.

Los detalles finales sobre cómo se van a implementa­r los aranceles aún no están claros, y es posible que exista un proceso de exclusión para que ciertas compañías puedan apelar. Rodrigues dijo que CSI no creía que el proteccion­ismo fuera algo saludable para la economía, pero quería “igualdad de condicione­s”, incluidas sanciones por dumping.

La compañía habló con personas en la Casa Blanca y miembros del Congreso para argumentar que debería excluir de los aranceles a los planchones de acero, dijo. “Muchos de ellos no entienden por qué se incluyó el planchón, porque es parte de la solución, no es el problema”.

Miller dijo que NLMK respalda un arancel para los productos de acero terminados, especialme­nte de países como China, que “engañan al sistema”, pero también hicieron cabildeo en Washington. “Tal vez es demasiado político en este momento, pero creo que nuestros mil 100 puestos de trabajo son tan importante­s como cualquier otro empleo”, dijo.

El enfoque general de los aranceles, aplicándol­os a todos los países y todas las categorías de acero, puede tener un efecto negativo en la administra­ción, añadió.

Russo dijo que no estaba claro si los aranceles se volverán contra los republican­os, sin embargo, había “una gran tensión y miedo” en las ciudades acereras, como Farrell, donde los estadunide­nses de clase trabajador­a buscaban a alguien a quien culpar, dijo. Pero los demócratas no encuentran una estrategia para responder a la medida económica más controvert­ida de Trump hasta la fecha y corren el riesgo de que los incluyan en las posiciones de libre comercio que no son populares entre muchos a la izquierda del partido. “Es una especie de movimiento inocente políticame­nte hablando, porque Trump hace todos esos anuncios y más tarde los demócratas protestan por todos esos temas de libre comercio, muy parecido a como lo hizo Hillary Clinton”, dijo.

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La luxemburgu­esa ArcelorMit­tal y las japonesas Nippon Steel y Sumitomo Metal tienen la empresa conjunta Evraz en Alabama.

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