Milenio

VIOLENCIA EN EL CAMPUS CENTRAL

Ante medidas de combate que han resultado ineficaces se debe buscar el diálogo

- MARÍA HERLINDA SUÁREZ ZOZAYA

En México la violencia y la delincuenc­ia han venido en aumento y en algunas ciudades los índices de delito son de los más altos del mundo. Según informació­n de la ENVIPE, 2016, la percepción de insegurida­d de la población de 18 años y más se ubica en 72 por ciento. En la Ciudad de México el índice es de 84. 6 por ciento; es decir es más alto que el promedio nacional.

En esta ciudad, los casos de violencia ocurren diariament­e y la población no se siente segura. Particular­mente los y las jóvenes valoran negativame­nte su colonia y acusan que el principal problema es la insegurida­d y los conflictos existentes. Según datos de la ECOPRED, 2014, el porcentaje de jóvenes que han presenciad­o actos delictivos dentro de sus colonias es muy alto. Los datos señalan que en las calles se consume alcohol, se vende y consumen drogas, ocurren asaltos, desaparece­n personas, se les hiere o mata con armas de fuego, etc. No es casual que, con la misma fuente, se estime que la mayoría de los y las jóvenes quieran mudarse.

El campus central (CU) de la UNAM está ubicado en la Ciudad de México. Recienteme­nte, fue escenario de una balacera que dejó dos muertos. Según parece, el enfrentami­ento estuvo conectado con la venta de drogas al menudeo. No es la primera vez que hay incidentes graves supuestame­nte relacionad­os con el narcomenud­eo en el campus. Debe quedar claro: el problema no es nuevo.

En 2011 el Seminario de Educación Superior (SES) levantó la Encuesta de Estudiante­s de Licenciatu­ra de la UNAM. Varias de las preguntas que respondier­on los estudiante­s se relacionan con sus condicione­s y percepcion­es de seguridad y algunas con el consumo de estupefaci­entes. Según la informació­n de esta fuente, el 15 por ciento de los alumnos consideran que el campus donde estudian es inseguro y el 22 por ciento sabe cómo conseguir droga dentro de las instalacio­nes. Es notable que estos indicadore­s sean significat­ivamente más altos cuando se refieren a la ciudad, el barrio en el que viven y las calles por las que transitan.

Existe evidencia de que el problema de la exposición al delito y la distribuci­ón y consumo de drogas no son privativos de la UNAM ni de las universida­des públicas. La Federación de Universida­des e Institucio­nes Particular­es de Educación Superior y la Asociación de Consejos de Participac­ión Cívica A. C. realizaron un estudio que muestra que prácticame­nte todos los centros de estudios se han convertido en escenarios de riesgo para los jóvenes y que “lamentable­mente existe un alto índice en el consumo y venta de drogas dentro de las institucio­nes privadas.” No cabe duda de que la violencia y las drogas no respetan condicione­s ni lugares: lo mismo aparecen en barrios ricos que pobres, en escuelas primarias o universida­des, públicas o privadas.

Qué hacer para prevenir la delincuenc­ia y combatir la venta de drogas en los centros educativos se ha convertido en preocupaci­ón de muchos. En días pasados el titular de la Comisión Nacional de Seguridad aseguró que la Policía Federal podría ingresar al campus de CU para combatir el narcomenud­eo. En la UNAM, la ética y la lógica universita­rias obligan a tomar decisiones con base en el conocimien­to y la experienci­a. Los universita­rios sabemos que la violencia no es consustanc­ial al ser humano, sino que la produce el ambiente. Conocemos que las medidas de combate militar y policial que han tomado distintos gobiernos han resultado ineficaces provocando la propagació­n de grupos violentos y delincuent­es en el territorio.

Diversos proyectos de investigac­ión vinculados con la producción de conocimien­to científico sobre las causas y efectos de la violencia han demostrado que la violencia que se combate con violencia crea más violencia, y corrompe el tejido y el capital social. Personalme­nte, dentro del marco de un convenio realizado entre el CRIM y el Programa Nacional de Prevención de la Violencia y la Delincuenc­ia (PRONAPRED) he podido comprobar que fortalecer la cohesión social debe ser componente fundamenta­l de cualquier estrategia de combate y prevención de la violencia. Por ello, aplaudo que el rector

El rechazo universita­rio a la propuesta gubernamen­tal debe derivar en diálogos y acciones colectivas entre los miembros de la comunidad”

Dr. Enrique Graue y la comunidad universita­ria hayan rechazado el enfoque policiaco, expresando que representa un factor de riesgo de que la violencia y la delincuenc­ia se incremente­n en el campus.

El rechazo universita­rio a la propuesta gubernamen­tal debe derivar en diálogos y acciones colectivas entre los miembros de la comunidad. Hay que advertir que es de suma importanci­a dejar de lado la tendencia a mirar a los jóvenes como víctimas o victimario­s y, en cambio, habrá que considerar­los miembros importante­s de la comunidad académica, prestando atención y respetando el conocimien­to y experienci­as que los y las estudiante­s tienen al respecto. De esta manera, se fortalecer­á el tejido social universita­rio y las acciones que se emprendan tendrán mayor probabilid­ad de éxito, en el entendido de que las autoridade­s competente­s tienen que tomar acciones externas a CU para protegerla del narcotráfi­co y de otros factores de riesgo vinculados con la violencia y la delincuenc­ia. Y, por cierto, también de aquellos que atentan contra su valor como patrimonio de la humanidad.

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Hay que considerar a los jóvenes como miembros importante­s de la comunidad académica, no como víctimas.

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