Trump y Los Polkos mexicanos
Trump ya está en la boleta electoral mexicana, sea como trasfondo de agua indeleble o como el factor externo que unificaría al confrontado y dividido PRIAN
El señor Donald Trump ya está en la boleta electoral mexicana. De manera indirecta y directa. De forma indirecta, porque ha convertido nuevamente a México en un issue de campaña y de gobierno. Desde 2015, la narrativa ha sido ramplona, como los prejuicios que la alimentan, pero eficaz en términos de cosechar votos: México nos envía criminales, narcotraficantes y violadores; nosotros, en cambio, le generamos miles de empleos e inversiones que deberían quedarse en Estados Unidos; la solución a este abuso es construir un muro en la frontera, cancelar el TLC y expulsar a sus migrantes indocumentados.
Hasta ahora, ninguna de estas amenazas ha sido cumplida a cabalidad. Sin embargo, la proximidad de la elección intermedia en Estados Unidos, el 6 de noviembre de este año, donde se renovarán los 435 diputados de la Cámara baja y 33 de los 100 escaños que integran el Senado, hacen que Trump vuelva a las andadas contra México.
El lance más reciente es haber exhibido la conversación que sostuvo con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, donde éste le pidió reconocer públicamente que México había solicitado “No pagar el muro”, a lo que el señor Trump contestó: “¿Estás loco? ¡No diré eso!”.
Más que un desaguisado diplomático, esta postura es una afrenta política que México no debe permitir. Si el gobierno mexicano ha optado por no responder, es hora de que el Senado de nuestro país y los aspirantes a la Presidencia fijen postura ante esta nueva arremetida.
Si no se entiende que la embestida no es contra el señor Peña Nieto en particular, sino contra el país mismo, estaremos abonando a la vulnerabilidad y al desgaste de México como país tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
No se trata de declarar la guerra ni de envolverse en la bandera, sino de recuperar la dignidad y el respeto perdidos en la principal relación diplomática y política de México.
La segunda forma de injerencia, la directa, es más riesgosa aún. Se trata de la campaña negra que grupos de la derecha mexicana, conformada por empresarios, algunos intelectuales e integrantes del PAN y del gobierno mexicano con acceso a los circuitos de poder en Washington (Capitolio y Casa Blanca), están haciendo contra AMLO para evitar su ascenso a la presidencia de la República.
Los cabildeos con los senadores estadunidenses más antimexicanos y los funcionarios de seguridad y defensa, van desde describir a López Obrador como “un peligro para Estados Unidos” o “El Chávez mexicano”, hasta señalar que “nacionalizará empresas estadunidenses”, “cancelará la reforma energética” y “dejará de perseguir a los narcotraficantes, para pactar con ellos”.
Son los señalamientos que un amigo legislador estadunidense me comentó hace días, reservándome para otra ocasión los nombres de Los Polkos mexicanos que están cabildeando en Washington la intervención política directa, para cerrar el paso al primer presidente surgido de la izquierda mexicana. Paradójicamente, algunos de ellos denunciaron hace unos días la supuesta injerencia de los rusos a favor de AMLO.
En pocas palabras, tanto por el interés electoral del gobierno de Washington como a petición expresa de Los
Polkos mexicanos (émulos de James Knox Polk, presidente estadunidense que ordenó la invasión de México en 1846), Trump ya está en la boleta electoral mexicana, sea como trasfondo de agua indeleble (intervención indirecta) o como el factor externo que unificaría al confrontado y dividido PRIAN (injerencia directa). ¿Quieren que se los cuente otra vez? M