Milenio

RAFAEL TONATIUH

- “Todos los hongos se pueden comer, pero algunos una sola vez”: el micólogo.

Hace unos días me empezó a dar comezón en las ingles, una situación que suele ocurrirme cuando camino mucho: en las marchas, procesione­s y, sobre todo, cuando salgo de vacaciones y recorro paisajes y ciudades desconocid­as.

Normalment­e se me quita con talco y crema humectante, aunque otras veces he tenido que ir al médico a enseñar mis partes nobles, en tiempos anteriores a los médicos de las farmacias de genéricos y similares, que son económicos y siempre te encuentran una enfermedad. A principios de siglo En los albores de la década del 2000, una vez (tras un prolongado jaloneo de un prepucio que no fue circuncida­do en su momento) amanecí con el pene irritado.

Aquella vez comí en una pozolería; ingresé al sanitario para caballeros a hacer pipí. Al ver los hielos rebosantes en el inodoro, no pude evitar ceder a la tentación de refrescar mis partes nobles, colocándol­as sobre aquella gélida masa, sin ponerme a razonar en la cantidad de fluidos anónimos y privados con probables infeccione­s que estaban ahí acumulados.

La cosa ardió (literalmen­te). No quería ir al Seguro, pues hay que levantarse muy temprano para agarrar ficha (y una vez un doctor me puso muy incómodo: era fornido, bronceado, con la camisa abierta para mostrar su pecho peludo, y me preguntó: “¿Has tenido relaciones sexuales últimament­e?”. “Bueno, hace un par de semanas, con una chica…” “¿Estás seguro de que era una chica?”, preguntó).

MILENIO estaba en la colonia Tabacalera, Distrito Federal. José Luis Martínez me dijo que se trataba de una infección y me recomendó acudir a un sanatorio barato, que estaba cruzando San Cosme.

El médico que me curó me recomendó circuncida­rme, y él mismo se ofreció a hacerme la operación por cinco mil pesos.

Si yo fuera AMLOVE me negaría a debatir, aunque sea nada más por joder, sobre todo ahora que a los candidatos ya les anda por treparse al cuadriláte­ro echando espuma por la boca y con su uniforme de adictos al pancracio, para ver si medio suben sus ratings.

Bueno, nada más falta que hasta el Piojo Herrera quiera retarlo a un quiénvive en una encrucijad­a al atardecer. Por supuesto, lo van acusar de todo y sin medida, pero será divertido verlos haciendo berrinches y dando vueltas a lo loco como pollo sin cabeza.

Y es que cualquiera diría que me lo quieren agarrar a la malagueña entre todos

He visto a personas que se han hecho la circuncisi­ón, ya grandes, haciendo caras espeluznan­tes de dolor durante el mes que tarda en cicatrizar. No acepté la oferta. Además del costo, no quería padecer ardores en el pipirrín. Ni modo, nunca sellaré mi pacto con Israel (a pesar de que he leído la Torah, el Talmud, el Zohar, la Kabalah Mística, la Cábalah Hermética y la Cábalah Oritita Mismo). El Día Internacio­nal de la Mujer Fui a consulta un 8 de marzo, día en que la mujer reivindica la igualdad y el respeto a su persona. No era un día apropiado para enseñar mis partes nobles y ardientes a una dama. Acudí al consultori­o de una farmacia de genéricos y similares, rezando para que no me tocara una doctora. casi que con ánimos de linchamien­to con harta muina. Y es que sí se ven cotorros retando al candidato chocoslova­co al estilo de los tales valentones: “¡Órale, sea machito!”, “¡no le saque!”, “para eso me gustabas”, “bueno fueras pa’ mantenerme”. ¿Qué es esto? Más Chicken Little Anaya, que no acaba de terminar sus broncas con el gobierno federal ni de explicar el milagro de la reproducci­ón de las naves industrial­es, cuando ya anda buscando agarrarse a trompadas como en las películas del Piporro. Primero, que el party animal diga algo del Padrote Padrés y luego que amenace

Afortunada­mente no había gente en la antesala, aunque el doctor (por suerte era varón) estaba atendiendo a un compañero del periódico (lo supe porque se escuchaba todo por la endeble pared).

Cuando salió el paciente, nos saludamos y despedimos. El doctor era un anciano parecido al Tata (personaje de Jorge Arvizu). Al sentarme frente a su escritorio, me dijo: “¿Usted también es de MILENIO? No sé qué pasa con ustedes, que nunca se mueren, siempre regresan. Dígame”.

Le externé mi preocupaci­ón: “Mire, doctor, desde hace varios días tengo como un salpullido en las ingles, me pongo crema y talco y no se me quita. Le aclaro que no he tenido contacto sexual ni con mujeres ni hombres ni mascotas ni nada. Me arde más del lado izquierdo que el derecho, lo cual, según el Adam Kadmon cabalístic­o, se debe a que tengo debilitado mi Chokmah, el pilar de la sabiduría. No sé si me infecté por no lavarme las manos al ir al baño, aunque lo dudo, pues nadie se ha muerto por no lavarse las manos. Por otro lado, podría ser la azúcar elevada o cáncer de próstata”.

En ese momento tocaron la puerta. Contesté: “¡Está ocupado!”, le dije al doctor que como la sala de espera estaba vacía, segurament­e no sabían si había un paciente en consulta. El doctor agregó: con meter al tambo al licenciado Peña.

Y qué decir de Margarita Zavala, que por su necedad de no deslindars­e políticame­nte de Jelipillo, que es un lastre, para ganar algo de popularida­d salió con el populista anuncio de que no aceptaría el financiami­ento público. Pues le sobrará el dinero, como diría Ríos Piter, quien tampoco ha terminado de disipar las sospechas sobre su exponencia­l recolecció­n de firmas.

Eso sin olvidar al dotor Mit, que entre los abucheos que recibió en un show de Vergara en Gualajara, las Estafas maestras,la Comisión de ética del PRI que nomás no puede expulsar a Javidú ni a ¡Qué hongo! Me puse la pomada fungicida que me dio el doctor y me dio comezón, lo cual me pareció ilógico e injusto, pues se supone que les debe dar comezón a los hongos, no a mí (es como si yo tuviera una relación sexual y el orgasmo lo sintieran los hongos, no yo).

Los hongos sobre mi cuerpo son tan independie­ntes como el Bronco y Margarita; son paracaidis­tas, parásitos que viven a costillas de mi humedad. Se supone que deben morir sobre mi piel y sus cadáveres ser desechados al bañarme. Algo me olía mal (y no era mi cuerpo).

¿Y si el doctor me mintió? ¿Y si no quiso decirme que tenía cáncer de próstata o espermator­rea, aquella enfermedad secreta del principios del siglo XX? ¿Y si el doctor me dijo cualquier mamada porque en realidad nunca había visto nada parecido? Mi amigo el chamán Pedí el consejo de la medicina alternativ­a. Cuando le expuse mi caso al sabio curandero, expresó: “¡Mufififí mojó mojó, añaña ñanga, Kuñamañang­a!”, es decir: “¡Esos hongos son superponed­ores! No los mates, quítatelos con un rastrillo, luego los guardas en unas bolsitas de plástico y los metes al congelador. Después de dejarlos toda la noche te los comes y tendrás un viaje revelador”.

Hice lo que me indicó. Surgieron las notas del“Submarino Amarillo” de entre los muebles, en forma de pelotas de colores fosforesce­ntes. Apareció el ET con cara de David Bowie, luciendo un traje de pachuco que cambiaba de tamaño y de colores, quien me dijo: “El film justifica los medios” y desapareci­ó.

No entendí nada pero me gustó el viaje. Lamentable­mente ya no me han vuelto a salir de esos hongos, a pesar de que ya tiré todas las toallas. M César Duarte ni a ninguno de sus gobers preciosos apañados por transas. Quién sabe por qué han regresado los rumores de que en una de esas cambian a Pepepepepe­pepepé por alguito más competitiv­o. Lo bueno es que Chayito Robles tiene salud y Sedatu.

Eso sí, claro que genera morbo saber si a los debates Anaya llegaría vestido del Canelo en clembutero­l o de Manuel Barreiro en tachas.

Ahora bien, sin el Peje los debates van a ser más aburridos que la histeria desatada por la historia del tigre de la rifa. Por eso mejor que se debata en una arena llena de bote en bote. M

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