El tigre y el petate del muerto
Dice López Obrador que si pierde por la buena, se va a su casa, pero que si pierde por fraude, “a ver quién amarra el tigre”. Se lo dijo en particular a los banqueros reunidos, es decir, a quienes él considera parte integrante y central de esa “mafia del poder” que hace 12 años le habría arrebatado su victoria, a la mala. Los asustó “con el petate del muerto”, es decir, sin tener causa justificada para su amenaza o sin tener los medios para cumplirla. Unos dicen que ese hombre, autonombrado el Gandhi mexicano, profirió en efecto una amenaza. Otros, que lo siguen reconociendo como ese personaje de cuya boca solo salen palabras de amor, dicen que nada más fue una advertencia. En cualquier caso, no se puede negar que las frases pronunciadas no eran para tranquilizar al público asistente, sino para decirles lo que podría pasar si él no gana. Porque, ¿quién habrá de decidir si su victoria fue por la buena o por la mala? ¿El INE? No es, ya lo hemos visto, una institución en la que este personaje deposite su confianza. Por lo tanto, será él y solo él quien decida si su derrota fue legal o no. Así ha sido en el pasado y así seguramente será en el futuro. Si todavía no acepta su derrota de 2006, mucho menos aceptará una en 2018: “soy yo o el caos”, nos anuncia.
Pero más allá de su tranquila amenaza, el problema para mi gusto es que, quién se presenta como domador, es quien ha estado azuzando al tigre. Y a lo mejor no es ni siquiera el que ha estado en la jaula, sino el payaso o el trapecista. No que los dueños del circo no tengan su responsabilidad en el desorden, pero este hombre que habla de la República amorosa no ha hecho más que sembrar el rencor y el resentimiento social, la división en la izquierda, el encono entre hermanos y la descalificación del otro como método. O sea, a lo mejor el tigre ya anda suelto y este personaje solo está señalando una jaula vacía. Porque solo tenemos que revisar lo que está pasando en buena parte del país para preocuparnos de la descomposición social que estamos viviendo. Ese es el verdadero tigre. Y no veo domadores verdaderos. De esos que están dispuestos a meterse a la jaula para dar órdenes a la bestia. Porque una cosa es pasearse afuera de la jaula, con un petate bajo el brazo, para payasear con el público, y otra estar adentro de ella. Aquí lo único que hemos visto es a un irresponsable molestando al animal.