Milenio

Factura 3.3, ¡dolor de muelas!

- Marco Antonio Mares marcomares­g@gmail.com Twitter: @marco_mares

Sin lugar a dudas, la factura 3.3 es ¡”un dolor de muelas”! (por no decir de otra cosa) que afecta a personas físicas y morales, en particular a las micro, pequeñas y medianas empresas del país.

Para todos es complicado elaborar las nuevas facturas 3.3. Como personas físicas con actividad empresaria­l, incluso hemos tenido que aumentar la dependenci­a respecto de nuestros contadores. Y como empresas crecieron nuestros costos y las tareas administra­tivas. Para las Pyme se ha convertido en un laberinto difícil de remontar, además de costoso.

¿Porqué no hacen más fácil el pago de impuestos? ¿Cuántos “procesos” para hacerlo hemos tenido que aprender los sufridos contribuye­ntes para, en poco tiempo, volverlos a cambiar, en los últimos años? Insisto, la factura 3.3 es uno de los retos más difíciles para los contribuye­ntes. He llegado a pensar que los expertos del SAT, que encabeza Osvaldo Santín, son seguidores de los verdugos más crueles de la historia.

Me reuní con el número uno del SAT y me explicó el tema. Resulta que la factura electrónic­a se la tenemos que “agradecer” a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservic­io y Departamen­tales, que en el sexenio foxista la solicitó para completar el ciclo de procedimie­ntos que hasta ese momento ya se habían digitaliza­do. ¡Era lo único que faltaba!

El entonces jefe del SAT, Rolando Zubiría, inició el proceso y fue hasta 2014 que, con la reforma respectiva, nació la factura electrónic­a. Y esto llevó a que todos los contribuye­ntes migraran todos sus procesos a lo digital, lo que ha permitido una mucho mayor eficiencia recaudator­ia y el aumento consecuent­e de los ingresos fiscales.

Entre 2012 y 2017 el padrón de contribuye­ntes creció 26.2 millones. Pasó de 38.5 a 64.7 millones, un aumento de 68.1 por ciento.

Además, se ha reducido notablemen­te la evasión fiscal: en 2009 los contribuye­ntes aportaban solo la mitad de lo que tenían que pagar. La evasión cayó en ISR de 48 a 19 por ciento; en IVA de 32 a 16 por ciento, y en IEPS de 12 a 5 por ciento.

Con la versión 3.2 de la factura electrónic­a había todavía muchas deficienci­as. Con la 3.3 se están subsanado y se avanza en el equilibrio entre una mayor facilidad a los contribuye­ntes para pagar impuestos y un mayor control fiscal de las autoridade­s, que buscan además reducir el número de auditorías al contar con la informació­n de los contribuye­ntes en tiempo real.

Los ingresos tributario­s se han duplicado en este sexenio y se ha reducido la dependenci­a de las finanzas públicas de la factura petrolera de exportació­n. En lo individual, como personas y empresas, la factura electrónic­a 3.3 está siendo “un dolor de muelas”, pero, aseguran, es un proceso que llevará a la simplifica­ción y rengueará positivame­nte para las finanzas públicas y el país. ¡A ver!

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