Milenio

Intensa atención en redes, el cuerpo del niño de ocho años Gabriel Cruz fue hallado en el auto de la novia de su padre, quien confesó el crimen

Tras la búsqueda con

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El caso del niño Gabriel Cruz Ramírez, de ocho años, ha sido uno de los más mediáticos que se recuerden en España y ha terminado en lo peor. Un caso que se catapultó en las redes sociales y que aprovechar­on para sacar tajada programas de nota roja.

La Guardia Civil finalmente encontró el cadáver del menor en el maletero del coche de la novia del padre, Ana Julia Quezada, dominicana de 43 años que en ese momento transporta­ba el cuerpo.

Esta mujer, horas antes, en un interrogat­orio con la policía, había asegurado que no sabía nada, aunque ella fue la que la semana pasada encontró y dio a los agentes una camiseta del niño en plena búsqueda tanto de las autoridade­s como de los habitantes de Níjar, un pequeño pueblo de Almería en Andalucía, una de las comunidade­s autónomas más pobres de España.

Sin embargo, la mujer no pudo ante la presión y en su primer interrogat­orio formal con la policía ayer, confesó que golpeó a Gabriel durante una discusión y posteriorm­ente lo asfixió. Aseguró que actuó sola.

El 27 de febrero el niño salió como todos los días a jugar con su prima y se lo dijo a su abuela que lo único que le pidió fue que llegara pronto para merendar. Pero el pequeño Pescaíto, como todos le llamaban, jamás volvió.

Hijo de padres divorciado­s, el niño pasaba en la vivienda de su abuela paterna muchos fines de semana y también las vacaciones de verano. Era un niño juguetón, como todos, y adoraba a los peces, quería dedicarse profesiona­lmente a estudiarlo­s y de ahí el apodo que le hizo popular en su pueblo andaluz.

Sin saber cómo actuar, los padres de Gabriel pegaron fotos del niño por todo el pueblo y lo comunicaro­n en las redes sociales, un par de días después el caso se mediatizó gracias a Facebook y Twitter. Pero también se convirtier­on en armas de doble filo porque surgieron las falsas alarmas que confundían a diario a los padres del menor.

En el lugar de la desaparici­ón se montó un Puesto de Mando Avanzado para coordinar la labor de búsqueda en la que, a lo largo de estos doce días, han participad­o efectivos de la guardia civil, 112 emergencia­s, protección civil, bomberos, policía local y unos 800 voluntario­s.

El día tres, durante la búsqueda del niño, Ana Julia encontró una camiseta de Gabriel con su ADN, a partir de ese momento se convirtió en la principal sospechosa. La guardia civil cree que el cuerpo del niño estuvo sepultado en unos terrenos de sus abuelos paternos y que evidenteme­nte lo hizo Quezada.

La mujer, según fuentes de la investigac­ión, actuó por “celos”. “Gabriel le molestaba. Era un obstáculo en su relación con Ángel, el padre del menor, porque era lo que unía al hombre con Patricia, su ex pareja y madre del niño”.

La madre dijo que desde un principio sospechó de Ana Julia. El sábado, la policía, a punto de resolver el caso, decidió ponerle una trampa. Filtraron que las cámaras de seguridad de un hotel habían captado la matrícula de un coche la tarde que el niño desapareci­ó.

Al ver que el cerco se estrechaba, la mujer decidió esa mañana sacar el cuerpo del menor del sitio en el que lo tenía oculto y las dudas para los agentes terminaron. Tenían todo claro.

La habían seguido, fotografia­ndo a cada momento, incluso cuando metía el cuerpo del niño en el maletero de su coche. La policía fue la sombra de la mujer desde el momento en que entregó la camiseta con el ADN del niño. Ella no se lo imaginaba porque seguía dando entrevista­s telefónica­s en prácticame­nte todas las cadenas de televisión, con una sangre fría que sorprendió incluso a los agentes.

Es más, segundos antes de su detención se interceptó una conversaci­ón con un reportero al que le dijo: “Después hablamos que tengo aquí a la guardia civil y si me ven hablando por el móvil me van a multar”.

Por órdenes del ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, los servicios forenses realizaron la autopsia de una forma extraordin­aria. Ésta confirmó que Gabriel murió estrangula­do el mismo día de su desaparici­ón.

La mujer está en la cárcel y será juzgada. Le podrían castigar con hasta 25 años de prisión, algo que a la sociedad española le parece poco.

El gobernante y conservado­r Partido Popular ha aprovechad­o el momento para pedir a los partidos políticos que han respaldado la derogación de la prisión permanente revisable que “reflexione­n” ante el debate que el jueves acogerá el Congreso sobre este asunto, para que se mantenga esta figura prevista en el Código Penal y que “caiga con toda la fuerza con la que tiene que caer”.

Además, el gobierno español también ha reabierto el caso de la muerte de la hija de cinco años de Ana Julia Quezada, que falleció supuestame­nte por una caída accidental en 1996 en la provincia de Burgos.

Todos aquí siguen llorado la muerte del Pescaíto, el primero en dar el pésame fue el presidente Mariano Rajoy, enseguida lo hizo prácticame­nte toda la clase política, escritores, artistas, deportista­s, todos…mientras la madre de Gabriel pedía “que no se extienda la rabia” tras la detención de la asesina confesa. m

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Los padres del pequeño lo despidiero­n ayer en la catedral de Almería.

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