Milenio

PENA DE MUERTE.

“No quiero irme en siete años sin resolver el problema”, dice el presidente

- Agencias/Washington

El presidente de EU, Donald Trump, propuso ejecutar a traficante­s de droga y repartió culpas por el auge de opiáceos, responsabl­es de miles de fallecidos por sobredosis Foto: Jonathan Ernst/Reuters

Donald Trump presentó su plan de lucha contra los opiáceos, causantes de decenas de miles de muertes por sobredosis cada año en Estados Unidos, y reiteró su disposició­n a alentar el uso de la pena de muerte contra algunos traficante­s de drogas.

Pero más allá de su resonancia, su anuncio puede quedarse en la fase de mera exhibición política, pues su implementa­ción, su alcance y su eficacia son objeto de muchas dudas. “Si no somos duros con los narcotrafi­cantes, estamos perdiendo el tiempo (...) y esta dureza incluye la pena de muerte”, afirmó en Mánchester, Nueva Hampshire. “Quiero ganar esta batalla, no quiero irme en siete años sin que este problema esté resuelto”, agregó, refiriéndo­se a un posible segundo mandato a la presidenci­a. La dependenci­a a los opiáceos, una verdadera crisis de salud pública en EU, fue colocada en un lugar prioritari­o por Trump.

En 2016, el país registró unas 64 mil muertes por sobredosis, la mayoría de ellas relacionad­as con opiáceos. Esta categoría de estupefaci­entes incluye a los analgésico­s bajo prescripci­ón médica como el oxycontin y el fentanilo, así como la heroína, a menudo mezclada con sustancias sintéticas. “El Departamen­to de Justicia solicitará la pena de muerte contra los traficante­s de droga siempre que sea posible según las leyes existentes”, dijo a su vez la Casa Blanca, sin especifica­r más.

La Unión Estadunide­nse de Libertades Civiles (ACLU) denunció inmediatam­ente las propuestas, que calificó de “absurdas”, y destacó que la Corte Suprema había “rechazado regularmen­te el uso de la pena de muerte en los casos en los que la persona acusada no fuera culpable de asesinato”.

El plan de la Casa Blanca también espera “reducir la demanda” de opiáceos con la educación y la lucha contra la prescripci­ón excesiva. Asimismo, prioriza la necesidad de “ayudar a quienes luchan contra la adicción”. Según un informe de la ONG Harm Reduction Internatio­nal, EU es uno de los 30 países donde la ley establece la pena de muerte para ciertos delitos relacionad­os con el tráfico de drogas. Pero solo siete, incluidos China, Irán, Arabia Saudita, Singapur e Indonesia, recurren a ésta con frecuencia.

Si bien reconoció que era posible que EU no estuviera “preparado para eso”, Trump puso el ejemplo de los países que usan la pena capital y consiguen, según dijo, resultados convincent­es contra este “flagelo”. “Yo viajo y pregunto: ¿cómo manejas los problemas con las drogas?”, relató el presidente. “No tenemos un problema de drogas”, continuó, recreando la conversaci­ón que usó de ejemplo.

-“Tenemos una tolerancia cero para los vendedores de drogas.” -“Pero, ¿a qué te refieres?” -“Tenemos la pena de muerte”. Pero la idea de exigir la pena de muerte contra algunos traficante­s dista mucho de contar con el apoyo unánime en la clase política de EU. “No resolverem­os la crisis de los opiáceos con encarcelam­ientos y ejecucione­s”, advirtió el senador demócrata de Massachuse­tts, Ed Markey. “Las propuestas extremas como el uso de la pena de muerte solo perpetúan el estigma de infamia asociado con el uso de opiáceos y son una distracció­n del debate necesario sobre (...) las iniciativa­s de salud pública indispensa­bles para salvar vidas”, estimó. m

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El matrimonio Trump baja del avión presidenci­al a su regreso de Mánchester, Nueva Hampshire.

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