La niña bien
El asunto de la niña bien que va a votar por ya sabes quién es un misterio como para Scooby Doo. Almudena Ortiz Monasterio, toda una Cindy La Regia, nomás que tapatía y región 4 —no, no es ella, es el reguetón—, llegó al mundo hace apenas unos días a través de un video y cuentas en Facebook y Twitter, al tiempo que su adlátere, Paulina Laborie, la modelo y gurú de fitness que da vida al personaje, dio de baja o hizo privadas las suyas. No existe alumna con ese nombre inscrita en el Iteso, pero el corto donde ella se estrena (ajiú) anunciando que, aunque es pirrurris y fifí, va a votar por López Obrador, abre presentándose como una tarea escolar de esa universidad, pretendiendo esconder la paternidad de la travesura; Morena misma ha negado, por medio de sus voceros y de su jefa de campaña, responsabilidad sobre el producto, con todo y que es estupendo.
El gobierno ruso ha sido contundente en la fabricación y el uso de perfiles de redes sociales para influenciar procesos electorales varios, pero esto rebasa lo anterior con creces: los bots rusos son genéricos, no tienen personalidad más allá de un par de rasgos necesarios para identificarlos como simpatizantes o detractores de una u otra tendencia, candidato o idea, y están diseñados para aparecer o desaparecer sin dejar más rastro que el olor a azufre. Almudena, en cambio, es un performance completo que, aunque busca igualmente influenciar una elección, se pasa el anonimato por el arco de los tacones, posicionándose como un personaje reconocido, como una marca que promete acompañarnos durante la contienda entera, amalgamando genialmente el entretenimiento con la manipulación política.
Hasta donde yo sé, las redes sociales no están reguladas por el INE. Siempre que los usuarios no representen o tengan relación formal con algún partido o candidato, no puede exigírseles restricción alguna en cuanto a tiempos, contenidos o hasta solicitudes recaudatorias. El que “Almudena” sea un personaje ficticio y cargado de clichés no está contemplado como excepción.
Esta no-campaña paralela se va a comer vivos a los otros acartonados aspirantes. Parece que vamos a seguirnos riendo hasta llegar a las urnas. M