El retorno de inversión
Las dos candidaturas al Mundial para el 2026 presentaron dos modelos de negocio totalmente opuestos; la propuesta africana representa una utopía
En el mundo empresarial, uno de los conceptos más importantes es el retorno a la inversión. El famoso ROI y el tiempo que toma alcanzar ese retorno son el criterio clave para decidir entre distintas opciones de negocio.
Si en el futbol prevaleciera la lógica, no habría discusión entre las dos candidaturas que competirán por la sede del Mundial 2026 el próximo 13 de junio. Y es que los anuncios hechos la semana pasada no podrían contrastar más.
La candidatura marroquí anuncio una inversión de 15 mil 800 millones de dólares con 3 mil millones en construcción de estadios. En contraste, la candidatura conjunta de Norteamérica expuso un plan con una inversión mínima, el cual a través de la venta de casi 6 millones de entradas, distribuirá el ingreso de más de 2 mil millones de dólares por ese concepto entre los miembros de FIFA.
Para cualquier hombre de negocios la decisión sería clara. Los números cuentan dos historias muy diferentes: una amigable utopía proveniente de África con cierto romanticismo, ante un plan de negocio norteamericano bien delineado y listo para ejecutarse; en teoría, no hay competencia y una candidatura es muy superior a la otra en términos económicos.
Además, el Mundial 2026 será la primera edición con 48 equipos, la gran apuesta del presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Si bien es cierto que no aumentó el número de partidos ni la duración de la justa, esto mediante un cambio inteligente al formato; también es cierto que no solo se necesitan estadios.
La FIFA exigirá al menos 72 opciones de campamentos para que los 48 equipos elijan entre ellas, campamentos que deberán disponer de al menos 4 campos de entrenamiento y capacidad hotelera.
Por ende, el reto para Marruecos es aun mayor al de Sudáfrica en 2010 y vaya que había nerviosismo en FIFA ante los retrasos en las obras antes de dicha justa mundialista.
Hay un contraste claro en lo económico entre las dos candidaturas; sin embargo, también hay algunos factores que pueden afectar a una muy superior candidatura conjunta norteamericana.
El primero de ellos, la intervención del FBI para limpiar la corrupción en FIFA. Aún esta por verse el resentimiento que prevalezca entre los 211 miembros de FIFA y los 48 equipos calificados al Mundial en este sentido.
Joseph Blatter ya se pronunció a favor de la candidatura Marroquí y la votación del 13 de junio será indicativa de la influencia que aún pudiera mantener el ex mandamás dentro de FIFA.
A favor de nuestra candidatura juega que a diferencia de la total secrecía de las votaciones anteriores, ahora la votación será pública; esto otorgará transparencia a la misma y cada voto implica la responsabilidad de elegir la candidatura más robusta, la que otorgue las mejores condiciones deportivas para competir; además del mayor beneficio económico para su asociación.
En este momento se estima que las dos candidaturas arrancan en un empate técnico con alrededor de medio centenar de votos cada una. La Confederación Africana respaldando a Marruecos y los miembros de Concacaf y Conmebol apoyando a Norteamérica.
Los países candidatos no pueden votar y con Oceanía del lado norteamericano, la decisión parece que recaerá en Europa y Asia.
Ahí radica el otro reto que enfrentamos, el mismo del año pasado y nuestra pesadilla reciente: el actual presidente estadunidense con sus vetos migratorios.
Hay que recordar que la mitad de los países afectados (Irán, Siria y Yemen) en esta xenófoba iniciativa de Donald Trump pertenecen a la Confederación Asiática y la FIFA requiere un entorno libre de visados o que al menos facilite la obtención de una visa.
Podemos concluir que las dos propuestas son diametralmente opuestas en cuanto a modelo de negocio. Una promueve una utopía que requiere de una cuestionable inversión multimillonaria en una sede exótica y amigable; mientras la alternativa conjunta norteamericana garantiza ingresos importantes para todas las asociaciones con la certidumbre de la infraestructura de la región más desarrollada en el planeta.
Si en el futbol prevaleciera la lógica, no habría competencia posible; sin embargo, el balompié es un ente tan extraño que habrá que esperar al 13 de junio para conocer si nuestro país albergará su tercera Copa del Mundo.