¡Esas féminas igualadas!
Buenos días, don Pepe —me dijo el taxista comentarista dejando a un lado el MILENIO Diario para encender el motor del heroico vochito e iniciar el zigzagueante viaje desde la zona sur a la zona centro—, ya habrá usted leído las noticias y se habrá notificado de que los polis agarraron a otra banda de secuestradores y asesinos que bonitamente se nombra La Rosa, ainomás, mera gente del mal hacer y no delicada precisamente, y se habrá usted fijado (cherchez la
femme, dicen los franchutes) en que ahora en esas bandas hay su tanto por ciento de individuas, “igualdad de género” se le llama orita al fenómeno. ¿Se fijó?, pues permítame decirle que según mi escaso entender, y sumando el asunto al tema ese del hembrerío delincuentón capturado o por capturar en varias y distintas direcciones, más las que vayan apareciendo (que seguro que no dejarán de aparecer, cuándo no), ya es para pensar que el género femenino está destacando tanto como el masculino en cualesquiera y acaso todas las ramas profesionales del humano quehacer, lo cual puede resultar como para aminorar nuestro tradicional machismo, pues que, con esto de que estamos avanzando en la canija democracia, están derrumbándose las barreras de los sexos (dicho sea sin segunda intención, ¿no), y ya las féminas de todas las condiciones sociales y asociales como que están superándose y van resultando tan eficaces y eficientes, no solo en las tradicionales labores propias de su género, sino además en esas otras, más duras, de la delincuencia organizada o el malevaje caótico, y yo diría, mi buen, que nosotros los del género feo debemos ponernos buzos caperuzos porque cualquier día de estos a lo mejor, o quién sabe si a lo peor, resulta que ellas, las que hemos amado tanto y nos llenaron de música las almas, están ya agarrando el mando, la conducción y el poder que hasta ahora nosotros habíamos detentado y cualquier día puede ser que despertemos en un mundo devuelto a los canijos tiempos del matriarcado, o séase que nos habrán volteado el chirrión por el palito, también sea dicho sin obscena intención, ¿no, don?