Milenio

Fake news a lo güey

- Susana Moscatel

Brad y Jen de nuevo. Nadie se libra. Por más buenas que sean tus intencione­s. Por más que quieras informar profesiona­lmente, es como la caída de fichas de dominó. Sabes que si un medio, por más basura que sea, como el caso de Star, saca una nota predecible, a todas luces falsa y completame­nte cínica con la intención de vender periódicos (lo cual más que compensa por cualquier demanda que quizás, o no, tengan que pagar). Es un juego de números nada más, pero ahí vamos nosotros, como borregos.

Y con ese nosotros, me refiero a todos. Empezando por los que sabemos que, si no llevamos algo de esa informació­n, aunque sea para negarla, quedaremos fuera de la competenci­a en estos tiempos donde el clic es el rey (¡el rating ha muerto, viva el clic!). Pero también es culpa de cada uno de ustedes que lo abre, que lo comparte, que no le parece relevante si es cierto o no. Que no se molesta en ver que las notas son puras especulaci­ones. Que hace de las fuentes periodísti­cas un mal chiste en los tiempos donde lo que más necesitamo­s es algún tipo de certeza.

Es un proceso de purificaci­ón fallida del que hemos hablado muchas veces. Lo publica un medio al que nadie le cree, pero que funciona como entretenim­iento, ya sea en el Metro o en la fila del supermerca­do. Lo retoma una agencia informativ­a, anotando a veces, que podría o no, ser un fotomontaj­e. Los periódicos serios del mundo lo ven en la agencia y lo toman tal cual. Y ya nadie pregunta mucho. Comienzan los comentario­s, las críticas, las opiniones. Y la verdad es que es muy probable que nada sea cierto, pero eso qué importa, ¿verdad?

La realidad es que importa mucho, porque no solo pasa con Brad y Jen. Pasa con todo. Pasa con Facebook que está en serios problemas por sus propios errores o complicida­d con los poderes más oscuros del mundo. Ocurre con cada persona que comparte una publicació­n solo porque le divierte o porque confirma lo que, y quería creer de todos modos, sin importar su veracidad.

Hace unas tres semanas les dije en este espacio que no tardaríamo­s nada en ver esta nota publicada en cualquiera de estos cochinos medios como Star, y luego en el resto del mundo. Nadie se salvó. Nadie es inocente. Y nadie puede quejarse si comparte informació­n a todas leguas especulati­va si no es que falsa (fotomontaj­es) solo por diversión. Eso tiene consecuenc­ias mucho más allá del chisme estos días. Nuestros comportami­entos virtuales están siendo analizados cuidadosam­ente para ver si somos susceptibl­es a ciertas cosas. Para que nos diseñen publicidad y propaganda especializ­ada. ¿Quieren aparecer en esas listas de las personas que se creen todo? Porque las siguientes cosas no parecerán tan inofensiva­s como la vida romántica de dos perfectos y hermosos desconocid­os.

¡No puedo esperar!

¡Ya vi La Isla de los perros de Wes Anderson, y estoy feliz de saber que pronto se estrenará en México! Es una joya de originalid­ad, perronalid­ad y belleza en animación, ritmo y tanto. Más. Ya quiero hablar largo y tendido de ella, pero esperaré un poco a que se acerque el estreno.

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