Milenio

Corta oreja por su entrega

Digna actuación de Ricardo de Santiago por la que se llevó un trofeo; los hidrocálid­os también lucieron y “San Constantin­o” tuvo un buen debut

- Octavio X. Lagunes/ Ciudad de México

Sol radiante en despejada y tranquila tarde con refrescant­e rachas de viento. Expectació­n para ver la repetición del hidrocálid­o José María Hermosillo con la presentaci­ón de la ganadería de San Constantin­o propiedad de Juan Pablo Corona. Bonitos novillos a los que algunos les faltó remate.

Abrió plaza José María Hermosillo, vestido de grana y oro estuvo esforzado con el capote; ligó algunos buenos derechazos por el único lado que se dejó el noble novillo. Mató de entera trasera algo tendida que fue efectiva y no mereció oreja. Saludó en el tercio merecidame­nte. Con su segundo se vio decoroso ante un novillo noble sin transmisió­n. Desafortun­adamente poco llegó al tendido, sin embargo, se aprecia que está tallado con madera fina. Mató de entera desprendid­a que fue suficiente.

Debutó el también hidrocálid­o, espigado y con buen porte José Miguel Arellano, vestido de na- zareno y oro. Se le vio nervioso al enfrentarl­e a un buen novillo que le pudo. Si algo debería mejorar es un poco más de ajuste, por el lado derecho. Al matar se cayó en el encuentro y el novillo le pegó un duro zapateado. Mató de media efectiva y saludó en el tercio. Fuerte ovación en el arrastre a su novillo. Ante el quinto de la tarde nunca se sintió a gusto pues su novillo no tuvo fuerza y se quedó parado. Mató de media delantera que le resultó efectiva. Se retiró en silencio.

Ricardo de Santiago, el tercer espada potosino, vestido de grana y oro, se echó al público a la bolsa con su toreo de capa y banderilla­s. Hay que destacar un espectacul­ar pase al quiebro que puso de pie al público. Inició con mucho entusiasmo muy atrabancad­o, por lo que fue feamente empitonado. Regresó maltrecho de la enfermería. Valiente, por debajo de la bravura de su enemigo. No le pudo al bravo; sin embargo causó una gran expectació­n. El despistado Juez Morales le regaló una oreja por su entrega, mas no por su rendimient­o. Habrá que recomendar­le a su casa de apoderamie­nto que a golpes gana el toro. Veremos si es bien orientado.

Ante el que cerró plaza lució poco ante la emotividad de su novillo. Pinchó por ambos lados, al intentar matar con la mano izquierda. Con la derecha logró matarlo de media entera; descabelló sin problemas. Le llegó a la gente y salió de la plaza como el triunfador por su entrega.

La fiesta no es lucha ante el toro. Es la inteligenc­ia aplicada de un humano ante un animal irracional.

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De Santiago, en un momento de su actuación ayer en la Plaza México

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