Milenio

AMLO y Anaya: colonias del viejo PRI

- RICARDO ALEMÁN

En una sociedad informada bastarían los mensajes de los candidatos de la derecha y las izquierdas —al arranque de la contienda presidenci­al— para confirmar que lo más viejo del PRI colonizó a los partidos representa­dos por Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya.

Y es que el mensaje del primero y las promesas del segundo no son más que copia en sepia de los reyes del populismo mexicano: Cárdenas, Echeverría y López Portillo. ¿Lo dudan?

López Obrador arrancó la contienda con un mensaje que representa el sello clásico del populismo: “bajar el sueldo del presidente”. Está claro que se trata de un mensaje de austeridad, de la “justa medianía” juarista y que contrasta con el derroche de la política, los políticos y el ejercicio del poder. Sin embargo, para una so- ciedad informada, esa promesa no es más que un “mensaje engañabobo­s”. ¿Por qué? Porque AMLO debe empezar por aclarar de qué ha vivido en décadas y porque bajar el salario del presidente, del gabinete, gobernador­es, alcaldes, diputados locales, federales, senadores… significar­ía un menor ahorro que no repercutir­ía más que en reforzar un mensaje populista, que parecía superado en la sociedad mexicana.

Y ante esa realidad, la pregunta obligada: ¿Por qué si el de AMLO es un “mensaje engañabobo­s”, es aplaudido por muchos? La respuesta está en la colonizaci­ón de la peor cultura populista del PRI, no solo en Morena, sino en AMLO y hasta en la sociedad misma.

Es decir, que el discurso de arranque de AMLO —lo mismo que el de Anaya— es evidencia contundent­e de la victoria cultural de lo más viejo del PRI en las izquierdas y la derecha mexicanas; la victoria del populismo.

Y si dudan, Ricardo Anaya arrancó la contienda presidenci­al con una promesa que —el PAN de hace pocos años— habría criticado como el mayor estandarte populista. Dijo Anaya que si gana bajará el precio de la gasolina y reducirá en 50 por ciento el IVA en las fronteras. Según especialis­tas, se trata de promesas que regresan al México de Echeverría y López Portillo.

Pero las preguntas están en otra dirección. ¿Qué dirían, por ejemplo, el fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, o el ex candidato presidenci­al Manuel J. Clouthier, ya que el fundador del PAN y Maquío, lucharon contra los populismos de Cárdenas, Echeverría y López Portillo?

Pero el contraste es mayor cuando el PRI —padre del populismo mexicano— no solo abandonó esa destructiv­a práctica, sino que hoy va a la contienda con candidatos ciudadanos.

¡Votar por AMLO o por Anaya será votar por lo más viejo del PRI!

Al tiempo. M

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