Milenio

El mono capuchino y Ricky Ricón

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Ajuzgar por las últimas noticias de su campaña, Ricky Ricón Anaya se quiere dedicar al stand up comedy para que los chistes se cuenten solos. O de qué otra manera comprender que, en vez de amachinar el proceso electoral como dictan los cánones, le dio por inventar algo que se llama Hackaton (algunos pensaban que era un homenaje a Hank González), que pretende atraer a los millennial­s para que nutran sus propuestas (algo que no sonaría tan mal si no se pareciera tanto al Exatlón); o que en lugar de atraer figuras frescas le dio por producir spots donde el subjefe Diego represente el futuro y que de paso se quiera apoderar de la marca Luis Donaldo Colosio. No mamartz; ni la PGR le podría haber hecho tanto daño con sus pesquisas sobre su adicción a las naves industrial­es.

Y para colmo se volvió a aliar con Jorge Romero, ese blanquiazu­lino líder a la Asamblea, que a su paso por la delegación Benito Juárez dejó un tiradero de bisnes ar bisnes y la vocación mercachifl­era que hoy mantienen sus herederos.

Por dios, a Ricky lo único que le falta es rescatar al Padrote Padrés del tambo para que luego le administre sus recursos hidráulico­s.

A ver si no fue El Güero Castañeda el que le sugirió todas estas cosas para reivindica­rse por andar diciendo que don Ricky era un cero a la izquierda en materia política.

Ya con estas cosas todo indica que en las encuestas hasta le va ganando el mono capuchino que sí sabe andar entre las ramas, incluso en pleno rebase del dotor Mit también ha hecho todo lo posible por autosabote­arse con una pequeña ayuda de sus amigos del PRIcámbric­o temprano que, encabezado­s por Clavillazo Reza, hasta tuvieron sus queveres con Cambridge Analytica, para acabar de regar el tepache.

Lo único a favor de Mr. Naves Industrial­es es que, después de ver las 18 personas, contando a las de la familia que la acompañaro­n (mucha gente que no es nada graciosa aseguraba que había más fotocopias que personas realmente existentes), incluyendo a su maridito que es un cascabel en pos de gato, no parece que Margarita le vaya a quitar demasiados votos. O quién sabe, sobre todo ahora que anunció que no impugnará su candidatur­a mientras bailaba con el niño Wawis.

Si Anaya le está apostando a los debates para repuntar en estas elecciones, va a tener que inmolar no a AMLOVE, sino a todo su equipo ahí frente a cámaras y micrófonos para ganar algo de rating.

El mono capuchino gana la batalla. M

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