“Forzarlos a gastar tiempo en labores burocráticas es propio de un país que no aprecia la ciencia”
Los científicos suelen ser poco visibles. Pero hoy en México están levantando la voz para protestar frente a un problema grave.
La creciente protesta, revela el enfoque burocrático que permea en la política científica del país. Se trata de la nueva plataforma digital de captura del currículum para los miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Algo que los investigadores describen como un verdadero infierno, y que los ha convertido en “los capturistas mejor pagados” del país, según se describe en una petición en Change.org que hasta el momento lleva acumuladas más de 22 mil firmas.
El SNI, creado en 1984, proporciona estímulos a los investigadores como una forma de paliar la precaria situación económica de la comunidad científica en México. Además, ha establecido estándares de calidad. Un sistema con muchos defectos, pero que en general ha sido útil.
Inicialmente, los informes que los investigadores presentan para su evaluación consistían en un currículum y papeles probatorios, evaluados por comisiones especializadas. Con el advenimiento de la era digital, se instaló un sistema digital de captura, alojado en el sitio web del Conacyt, y que pese a múltiples deficiencias, funcionaba más o menos adecuadamente.
Pero recientemente el SNI decidió cambiar de plataforma, instalando una que se basa en catálogos detallados para que los investigadores vayan eligiendo, de un número interminable de menús precargados, cada una de las opciones para cada publicación o actividad que desean reportar en su currículum.
¿El resultado? Horas y horas perdidas para los investigadores científicos de todo el país, ineficiencia, frustración y enojo. El sistema no importa la información previamente capturada, durante años, y mucha se ha perdido. Los campos son inflexibles y confusos, y no abarcan opciones necesarias para que los investigadores reporten sus actividades (especialmente en ciencias sociales).
Investigadores de todo el país están protestando por un sistema que, más bien, parece diseñado para disminuir los costos y carga de trabajo del Conacyt. Y que, al reducir las opciones “válidas”, resulta injusto y excluyente. Además de la petición por internet, un grupo de investigadores envió una carta al director del Conacyt donde exponían los problemas y ofrecían posibles soluciones. Dejan claro que el sistema no solo está mal concebido, al estar basado en catálogos cerrados, sino que no se probó suficientemente. Y proponen: “podrían contratar capturistas o reclutar estudiantes para hacer un útil servicio social. Podrían emplear programas computacionales de modesta inteligencia artificial para analizar los textos y extraer la información relevante”. Se abrió también una lista de discusión en internet para exponer los problemas específicos y sus soluciones. Pero la respuesta ha sido decepcionante: el director encargado del SNI respondió con una carta que no solo defiende el sistema, sino que resulta levemente amenazadora. Podría parecer irrelevante, pero es sintomático: forzar a los científicos mexicanos a gastar su tiempo realizando labores burocráticas excesivas es característico de un país que no aprecia el valor de la ciencia y la tecnología, factores que distinguen a los países prósperos y avanzados de los subdesarrollados. m