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bruto (PIB), pero es necesario que esté por lo menos en niveles de 5 o 6 por ciento.
A su vez, detalló que la inversión privada en 2017 representó alrededor de 17 por ciento del PIB, por lo que también es necesario aumentarla a 20 por ciento, todo con el objetivo de impulsar el crecimiento de la economía de forma conjunta con las inversiones. “Le hemos puesto una camisa de fuerza a la economía”, pues sin ese monto de inversión adicional no será posible tener tasas de crecimiento superiores a 2 por ciento, agregó.
Foncerrada dijo que los países que han tenido crecimientos importantes en sus economías tienen una inversión acumulada, entre pública y privada, muy por encima de la observada en México.
Puso de ejemplo a Brasil, que en su etapa de crecimiento de 6 por ciento anual sostenía inversiones acumuladas hasta de 38 por ciento del PIB, mientras que Corea lograba niveles de 30 por ciento, en tanto que México apenas llega a 20 por ciento o inferiores. “Cualquier política que impida un proceso fluido de inversión, de crecimiento fuerte del crédito o que las tasas suban, también lo detiene. Hay muchas políticas que pueden desestabilizar, son interruptores y hay otros que dan al traste con la estabilidad macroeconómica”, subrayó.m