Milenio

Indigna la militariza­ción fronteriza

- MAITE AZUELA

La grosera decisión de Donald Trump ahora que dio inicio al despliegue de fuerzas armadas en la frontera de México y Estados Unidos ha provocado dos resultados poco comunes pero positivos: un discurso pulcro y contundent­e desde la Presidenci­a de la República y el llamado compartido a la unidad por parte de los diferentes candidatos presidenci­ales. Sin embargo, llama la atención que se han obviado dos asuntos. En primer lugar, con la descalific­ación de la militariza­ción estadunide­nse en la frontera se asumen premisas que se descartan para la militariza­ción propuesta en la Ley de Seguridad Interior. En segundo lugar, la indignació­n frente a las políticas de seguridad en zona fronteriza por parte de nuestro vecino del norte ameritaría, cuando menos, una revisión a las políticas aplicadas en México para la frontera con Guatemala y Belice.

¿Es posible no leer como una afrenta un despliegue militar de esa naturaleza? ¿Es legítimo el uso de fuerzas armadas para intervenir en espacios fronterizo­s? ¿Los despliegue­s militariza­dos inhiben la tentación de migrantes ilegales de violar la normativid­ad en materia de migración? Estas preguntas cuando son resueltas desde la reacción nacionalis­ta que vela por el respeto internacio­nal se responden sin mayores titubeos, pero cuando los mismos voceros intentan justificar el incremento del despliegue militar en zonas de violencia por crimen organizado, la argumentac­ión se modifica a favor de las bondades de las estrategia­s bélicas como tutela de la legalidad.

Hace un año causó revuelo la propuesta de que las tropas de la Gendarmerí­a de la Policía Federal custodien nuestra frontera sur. Varias organizaci­ones defensoras de migrantes alertaron sobre el arranque de un plan para que el Comando Sur de Estados Unidos controle la frontera de México y Guatemala mediante una base en El Petén. La preocupaci­ón de estas organizaci­ones se sustenta en el temor de que crezca la violencia, y temen que aumenten los desplazami­entos de comunidade­s indígenas de la zona.

Nuestro país tiene retos importante­s para rectificar en las medidas de protección fronteriza. Recordemos que el informe “Facing Walls: violacione­s de los derechos de solicitant­es de asilo en Estados Unidos y México” publicado por Amnistía Internacio­nal en fechas recientes, exhorta a México a “poner fin a la detención de los niños migrantes, y a las prácticas ilegales de devolución (de migrantes), así como a garantizar que esas prácticas sean castigadas y seguidas de medidas disciplina­rias contra los funcionari­os implicados”.

Es buen momento para reflexiona­r sobre las políticas de seguridad fronteriza, evaluar el impacto de la intervenci­ón militar y elevar los compromiso­s para un trato digno y no violatorio a los derechos humanos de migrantes en casa propia. M

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