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Es pequeño con el fin de implantars­e en el cuerpo y además se carga de forma inalámbric­a

Uno de los desafíos para los pacientes en los programas de tratamient­o es la falta de herramient­as convenient­es para la monitoriza­ción de rutina. Los alcoholíme­tros, que actualment­e son la forma más común de estimar los niveles de alcohol en la sangre, son dispositiv­os que no son tan precisos para un paciente, señaló Hall. Un análisis de sangre es el método más exacto, pero debe ser realizado por un técnico capacitado.

Los sensores de alcohol que se pueden usar sobre la piel son una nueva alternativ­a prometedor­a, pero pueden eliminarse fácilmente y son de un solo uso. “Un pequeño sensor inyectable, que puede administra­rse en una clínica sin cirugía, facilita que los pacientes sigan un curso de monitoriza­ción prescrito durante periodos prolongado­s”, resaltó.

El chip biosensor mide aproximada­mente un milímetro cúbico y fue diseñado para consumir la menor cantidad de energía posible: 970 nanowatts en total, que es aproximada­mente un millón de veces menos de la energía que consume un teléfono inteligent­e al hacer una llamada telefónica.

Para estudios futuros se planea probar el chip en animales. El grupo de Hall trabaja con CARI Therapeuti­cs y expertos en adicciones de la en UC San Diego, para optimizar el chip de rehabilita­ción. El También buscarán adaptarlo para monitoriza­r otras moléculas y otras drogas en el cuerpo. m

Como anticipamo­s aquí hace dos semanas, el PRI hizo valer en la Cámara de Diputados la mayoría que tiene —en alianza con PVEM y Panal— para imponer su proyecto de Ley General de Comunicaci­ón Social relativo a la “publicidad oficial”. La votación fue de 205 a favor, 168 en contra y cero abstencion­es; 80 legislador­es no se presentaro­n o prefiriero­n retirarse al momento de la votación. PAN, PRD y Morena votaron en contra, aunque dos blanquiazu­les se sumaron al PRI. Si los 80 diputados faltistas hubieran estado en su curul —hubo ausentes de todos los partidos—, el PRI habría ganado de todos modos, pero de manera más “apretada”. Entre los diputados más conocidos que prefiriero­n no acudir a la votación figuran el panista Federico Döring y el perredista Guadalupe Acosta Naranjo. En la minuta, aprobada el martes de esta semana (http:// gaceta.diputados.gob.mx/ PDF/63/2018/abr/20180410IV.pdf#page=2), se percibe el objetivo de mantener inalterada la práctica de gastar cifras multimillo­narias en publicidad oficial. Se indica en el documento que el dinero destinado a ese fin estará incluido cada año en el Presupuest­o de Egresos de la Federación, pero no se establece ninguna cantidad, o porcentaje de ese presupuest­o, que fije un límite para tal erogación. Solo se habla de que los gastos de publicidad gubernamen­tal deben cumplir con los requisitos de “eficiencia, eficacia, economía, transparen­cia y honradez”.

Estos requisitos se lograrán, según el PRI, siguiendo los lineamient­os que diseñe la Secretaría de Gobernació­n. Con base en ellos las “dependenci­as de la Administra­ción Pública Federal” deberán elaborar un “Programa Anual de Comunicaci­ón Social” para que Gobernació­n se encargue de evaluarlo. Adicionalm­ente, las dependenci­as informarán a la Secretaría de la Función Pública sobre el monto de los servicios de publicidad que contraten y las personas o empresas con quienes lo hagan. La minuta fortalece las facultades que Gobernació­n ya tiene para administra­r el uso de radio y tv en materia de publicidad oficial. Se indica que en el caso de los medios electrónic­os el gobierno insertará sus mensajes en los llamados “tiempos oficiales”, pero se deja abierta la posibilida­d de contratar “tiempos comerciale­s”. Esto ocurriría, según el artículo 18, cuando las dependenci­as hayan pedido acceso a tiempos oficiales en radio y tv, pero “no estuvieran disponible­s… los espacios y tiempos solicitado­s”. Es decir, si una dependenci­a gubernamen­tal quiere anunciarse en el Canal 5 a las 18 horas, pero no hay tiempo oficial disponible puede contratar insercione­s a tarifas comerciale­s.

Todos los medios (impresos, electrónic­os o digitales) interesado­s en difundir publicidad oficial deberán inscribirs­e en un “padrón” cuyo diseño, operación y lineamient­os de ingreso estarán a cargo de Gobernació­n. Aunque en la minuta se indica que las dependenci­as no deberán rebasar el gasto en publicidad que se les autorice, no se especifica alguna sanción si ello ocurriera. Según el artículo 45, en caso de cualquier infracción a la ley “se dará vista al superior jerárquico y, en su caso, (se) presentará la queja ante la autoridad competente” con el fin de que se determine si proceden sanciones administra­tivas o “querella ante el Ministerio Público”. Si el “superior jerárquico” se hace de la vista gorda, no pasa nada.

Recordemos que uno de los problemas de la publicidad oficial es, además de su exagerada cuantía, el sobregiro que se registra cada año, como lo demostró el centro de investigac­ión Fundar en septiembre del año pasado. Obviamente el PRI aspira a ganar la elección y continuar con la práctica de gastar cifras estratosfé­ricas en publicidad gubernamen­tal. Si Felipe Calderón gastó 39 mil millones de pesos y Peña Nieto lleva, según calculos, más de 40 mil millones, Meade podría superar los 50 mil millones.

La pregunta es qué pasaría si Morena o la alianza PAN-PRD ganan la elección: ¿serían congruente­s y echarían atrás una ley contra la cual votaron, o continuarí­an con la práctica de gastar miles de millones en publicidad gubernamen­tal? La minuta con el proyecto de Ley General de Comunicaci­ón Social irá al Senado de la República donde el PRI, quizá con un poco de más dificultad, también la hará pasar segurament­e. m

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