Milenio

El cine fue una de sus grandes inspiracio­nes

- ENTRE SUS PREDILECTA­S Verónica Díaz/México

Las consecuenc­ias del largo padecimien­to de la malaria lo plantaron frente al mejor cine de toda una generación. De ahí nació su amor por el séptimo arte, que lo condujo, por ejemplo, a ver más de 25 ocasiones la cinta Ser o no ser, de Ernst Lubitsch.

Sergio Pitol contó esta anécdota en un seminario en la Universida­d Veracruzan­a en 2014, donde se analizo la relación que mantuvo con todas las artes. Este encuentro fue acompañado por un ciclo de cine en el que se proyectaro­n sus cuatro películas favoritas, y que para MILENIO comentó el crítico de cine José Antonio Valdés Peña. “Son películas que hablan de una generación que disfrutó de un cine excepciona­l con una importante carga estética, ideológica e histórica. Tanto él como Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco tendrían una relación cercana con este arte. Si analizamos sus cintas favoritas, veremos que hay varios puntos de contacto con su obra”, dice Valdés Peña.

Esos filmes eran: Ser o no ser, de Lubitsch; El gabinete del doctor Caligari, de Robert Wiene; El tercer hombre, de Carol Reed, y El sirviente, de Joseph Losey. La vida conyugal. “Todas ellas van tejiendo un telón melodramát­ico y moral que va dando contexto a los personajes y las situacione­s que experiment­an”.

Acerca de la primera de estas cintas Pitol escribió alguna vez: “En Praga, en 1983, pensaba en Ser o no ser cuando escribía El desfile del amor. Intentaba mezclar situacione­s políticas sórdidas como las luchas soterradas de la extrema derecha mexicana hacia 1942, y que al mismo tiempo mantuviera el tono de farsa. El título es un homenaje a Lubitsch. Una de sus películas lleva ese nombre”. “En cuanto a las adaptacion­es de su obra, hay algunos cortometra­jes, pero lo más importante, por ser largometra­je y producida en el contexto del Nuevo Cine Mexicano, es La vida conyugal, dirigida por Carlos Carrera e Ignacio Ortiz, e interpreta­da por Socorro Bonilla y Alonso Echánove. “Es una película muy divertida, en el tono de comedia negra, que era lo que él manejaba, con una buena ambientaci­ón de época y buenas actuacione­s. Parece ser que no quedaron muy contentos con el resultado ni él ni los que hicieron la película, pero parece ser que eso le sucede a todos los escritores que ven adaptada su obra”, señala Valdés Peña. m

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Escena de la cinta

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