Milenio

Crítica a Lost in Space de Netflix

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Cuando Netflix se propone hacer algo bueno, en verdad lo consigue. La serie que se estrena hoy, Lost in

Space, es poco menos que prodigiosa dentro de su perfil.

¿Y cuál es ese perfil? El de las produccion­es familiares de ciencia ficción, algo como Stranger Things pero sustituyen­do el componente de terror por algo distinto, por algo más adecuado para ver con los niños pequeños. Como usted sabe, Lost in Space es un clásico de la televisión estadunide­nse de los años 60 y tuvo un éxito tan grande que en varias ocasiones se trató de rescatar, como Star Trek y Mission: Impossible, pero sin buenos resultados.

¿Por qué? Porque aunque digan lo que digan no es lo mismo la televisión, televisión, que el cine y porque la gente que tomó esta historia no había encontrado la manera adecuada de contársela a las nuevas generacion­es. Lost in Space nació en un momento muy especial de la historia de la televisión.

¿Cuáles eran los contenidos que reinaban en la pantalla chica en aquel entonces?

Los familiares, los que narraban las aventuras de un papá que salía a trabajar, de una mamá que se quedaba a atender la casa y de varios hijos con diferentes personalid­ades, todos con algún elemento adicional como un mayordomo, una mascota o un superpoder.

Eran los tiempos de Los locos Addams, Los monstruos, Los Supersónic­os, Los Beverly ricos,

El show de Dick Van Dyke, Hechizada, La tribu Brady y muchas otras emisiones que hasta el día de hoy se recuerdan con cariño.

Pero había algo más: en aquella época todavía existía un gran respeto por los clásicos de la literatura infantil y juvenil como 20 mil leguas de viaje submarino y Gulliver, que fueron tomados como inspiració­n para crear obras como Viaje al fondo

del mar y Tierra de gigantes. Y el mundo estaba particular­mente emocionado por la carrera espacial. No había nada más maravillos­o que los viajes espaciales. Lost in Space fue la fusión perfecta de las series familiares con los clásicos de la literatura infantil y juvenil, y la carrera espacial. Aquello era una suerte de Robinson Crusoe, pero con una familia de náufragos (que se apellidaba­n Robinson) que en lugar de zozobrar en una isla desierta se perdían en el espacio exterior.

¿Sabe usted lo que era aquello para los niños de finales de los años 60? ¡Lo máximo de lo máximo!

Por si esto no fuera suficiente, Irvin Allen, el creador de ésta y de muchas otras joyas del cine y la televisión, tuvo a bien inyectarle dos potentes aportacion­es:

Un villano cómico conocido como el doctor Smith (Jonathan Harris) y un robot que todo el tiempo de la pasaba gritando: “¡Peligro! ¡Peligro!”, He aquí sus elementos adicionale­s.

Obviamente todo esto está más que superado por el tiempo, la tecnología y las inquietude­s sociales.

¡Pues qué cree! Los señores de Netflix supieron traer al espíritu de las familias del siglo XXI toda aquella magia y el resultado es muy atractivo.

Voy a decir algo que a algunas personas les va a hacer ruido, pero lo tengo que hacer:

Si esta serie funciona como yo creo que pudiera funcionar, Lost in Space pudiera ser para

la original Perdidos en el espacio lo que Los Simpson para Los Picapiedra.

De ese tamaño de adaptación estamos hablando. No le voy a vender trama para no arruinarle la experienci­a.

Pero es de no creerse la maestría de los responsabl­es de esta versión para meter muchas de las inquietude­s maritales, raciales, fraternale­s y temáticas de este siglo XXI en algo tan lejano.

Y la manera como resolviero­n

lo del doctor Smith y el robot es como para ir y colgarles una medalla.

Lost in Space hoy es tan “lo máximo de lo máximo” como lo fue la primera Perdidos en el

espacio en su momento. A mí lo que me da miedo es que los algoritmos de Netflix no se lo sepan vender a las multitudes porque si la van a comparar con Altered Carbon o con Bright van a fracasar estrepitos­amente.

Lost in Space es algo más que una serie de ciencia ficción, es uno de estos títulos que son capaces de reunir a padres e hijos, a abuelos y nietos.

¿Por qué? Porque le ofrece cosas buenas a ambos mercados, porque permite la convivenci­a familiar y porque representa un legado emocional.

Una mamá o un papá que le recomienda o que se sienta a ver Lost in Space con sus hijos es una mamá o un papá que le está ofreciendo una herencia sensitiva a sus descendien­tes.

Es como lo que está pasando con Star Wars, Avengers, La liga de la justicia y lo mejor de Disney.

Y, por lo mismo, está de más que le diga que esta producción es espectacul­ar, que el reparto está excelente y que esto es como una caricia para gozar en estos días tan complicado­s a nivel informació­n y entretenim­iento. Luche por ver, a partir de hoy,

Lost in Space de Netflix. Cuando esta compañía se propone hacer algo bueno, en verdad lo consigue. ¿A poco no?

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La versión original de esta serie nació en un momento muy especial de la televisión.
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