Milenio

Tienen 76 días para vencer (que no matar) a AMLO…

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Andrés Manuel López Obrador es su obsesión. Todo el día hablan de él. Bueno, no todo el día, pero sí varias veces en el transcurso de la mañana, la tarde, y la noche.

Creen que al arremeter contra él, abierta o soterradam­ente, le están haciendo un favor “al país”. Le juro, lector, que están convencido­s de que le brindan “un servicio a México”.

Son los obsesos del Peje. Y sí, tienen, desde este lunes, 76 días para derrotarlo. Es su derecho democrátic­o procurar vencerlo. En sus propias palabras, que sueltan a diestra y siniestra cada vez que pueden, vía WhatsApp o en charlas en corto:

“No va a pasar. No lo vamos a dejar pasar. Vamos a impedir que llegue”.

Impedir que llegue a la Presidenci­a de la República. Eso dicen una y otra vez. Son priistas. Lo mismo decían panistas en 2006 y, sí, con la ayuda de no pocos priistas y empresario­s, lo consiguier­on, aunque fuera por un puñado de votos.

Al reunirse hace unos días con representa­ntes de ese democrátic­o nunca violento jamás porril para nada extorsiona­dor y muy lindo movimiento llamado… Antorcha Campesina, en Ixtapaluca, José Antonio Meade, el candidato del PRI, habló del tema. Sintetizo:

“La propuesta de Andrés Manuel de frenar el nuevo aeropuerto es muy clara: va a frenar las oportunida­des de miles de familias. Mejor frenémoslo a él”, arengó Meade al muy distinguid­o auditorio. Y se arrancaron los suyos con eso en redes: “Frenémoslo”.

Uta. Pues yo digo que lo venzan, porque eso de que lo frenen, es una muy desafortun­ada frase (como publicó el viernes Alfredo Campos) en este violento país de magnicidio­s. ¿Cuántos hubo en el siglo XX? En la nación de los asesinatos políticos y las ejecucione­s de servidores públicos a manos del narco; en el país donde llevamos 12 homicidios de candidatos en este proceso electoral (sí, ¡doce!, sorprendám­onos, no normalicem­os el horror) es una temeridad soltar semejante fraseo.

Ojalá Meade no vuelva a hacerlo, aunque se lo recomiende­n sus geniales: basta que un loquito o un sicario lo tome como una clara incitación a la violencia y le pegue un tiro a López Obrador (por cierto, eso de no tener seguridad es una irresponsa­bilidad de AMLO, como si viviéramos en Suiza) para que el país se suma en el caos otra vez, como en 1994.

Intentar vencer a AMLO es derecho de Meade. Reitero: tienen, él y los suyos, 76 días. Su campaña de miedo en televisión me parece bien hecha, probableme­nte le ayude, aunque no sé si sea suficiente el pánico que genere para superar el enorme hartazgo imperante. En todo caso, debe ser prudente con los fraseos públicos, porque ese tipo de ambiguos llamados no solo pueden provocar una desgracia por la errónea interpreta­ción que le dé un imbécil o un gatillero con iniciativa, sino porque parecen producto de la desesperac­ión por ir en un tercer lugar en la mayoría de las encuestas (en nueve de las últimas 11, incluidas las cuatro más recientes), a distantes 20 puntos de López Obrador (promedio de mediciones en Oraculus), y todavía detrás de Ricardo Anaya (a seis puntos, en promedio).

El primer debate (domingo) puede ser un punto de inflexión, pero también un punto final, como redactó aquí Juan Gabriel Valencia. Lo que sea, sin violencia todos, por favor… M

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