Milenio

IMPARTIRÁ CLÍNICA EN SOUND:CHECK XPO La creativida­d espontánea me mantiene: Harvey Mason

Maestro de los estudios de grabación, el baterista afirma que la música de fusión “es extremadam­ente buena: delicada, elegante, fuerte y suave”

- Xavier Quirarte/México

Como baterista y percusioni­sta se le puede escuchar en más de mil 500 discos, muchos de ellos clásicos, como Head Hunters (Herbie Hancock), The Swing of Delight (Carlos Santana), Breezin’ (George Benson), Mister Magic (Grover Washington Jr.) y Black Byrd (Donald Byrd). También como líder de sus grupos en el género de fusión, con álbumes como Marching in the Street y Funk in a Mason Jar.

Es Harvey Mason (Atlantic City, 1947), integrante del grupo Fourplay, que actualment­e incluye a Bob James, Kirk Whalum y Nathan East. También ha compartido el estudio y los escenarios con los Brecker Brothers, Chick Corea, Gary Bartz y muchos otros. Compositor, autor de música para cine y productor, ha perdido la cuenta de todo lo que ha grabado.

En entrevista telefónica, comenta: “Simplement­e grababa, grababa y grababa. Ahora que veo lo que he hecho me sorprende mucho y estoy muy orgulloso porque es algo que hice con mucha pasión. Me sorprende y me pregunto: ¿Vaya, cómo hice eso?”.

Parte de la respuesta podrá escucharse el domingo 22 de abril a la una de la tarde en la clínica que Mason impartirá en el Auditorio Harman del World Trade Center como parte de Sound:Check Xpo. La otra es que, explica el baterista, “estaba preparado para grabar cuando me fui a vivir a Los Ángeles en 1970, justo al salir de la universida­d. Estaba completame­nte preparado para lo que quería hacer. Estoy muy feliz de decir que triunfé en lo que yo llamo la época de oro de la grabación”. ¿Cómo hizo para tocar tantos tipos de música? Me encantaba la música, sin importar de qué clase fuera. Desde la escuela primaria toqué en una orquesta y tuve la oportunida­d de tocar rocanrol, jazz, en ceremonias judías, bodas... todo tipo de música. Cuando estudiaba en Boston tocaba en bandas de country and western y en una banda latina llamada El Conjunto Azul. También estaba en el conservato­rio y en las percusione­s me preparé para tocar en orquestas sinfónicas. Llevaba mi batería a tocar a todas partes. Así que al graduarme en la universida­d corrí a Los Ángeles y empecé a tocar puertas y a dejar mi tarjeta de presentaci­ón para buscar la oportunida­d de poder entrar. Cuéntenos alguna sesión inolvidabl­e. Han sido tantas... pero recuerdo haber entrado a un estudio y toparme con Carlos Santana, Herbie Hancock, Ron Carter y Wayne Shorter. Esa fue probableme­nte una de las sesiones más memorables en las que he estado por tocar con estos músicos increíbles. Otra de las más grandes sesiones fue, probableme­nte, la grabación de un disco en directo, donde cometes un error y tienes que repetir todo para grabar todo un lado del disco. Eso y tocar en la ceremonia de los Premios Oscar —en la que he participad­o como 22 o 23 veces—, porque es en vivo y no tienes oportunida­d de repetir nada. ¿Cómo compararía el jazz de fusión que se hacía en los setenta y los ochenta con el de ahora? En aquellos años fue muy emocionant­e porque atrajo a mucha gente que normalment­e no se habría acercado al jazz: tenía más groove, era más accesible. La fusión que se hace ahora es muy progresiva y casi no hay reglas. Yo toco mucho con músicos jóvenes y trato de moverme hacia adelante, ser más progresivo. La fusión fue un fenómeno comercial también, lo que le ganó críticas. ¿Qué piensa? No me molestaba lo que pensaran porque tienes que vivir, ¿no? Yo disfrutaba tocar esta música que atrajo a mucha gente que se alejaba de una música demasiado introspect­iva. El hecho de que yo fuera exitoso económicam­ente no era algo malo. Esta música atrajo a más escuchas: gente que me escuchaba en la fusión compró luego discos de jazz straight ahead. Había gente que me preguntaba: ¿Por qué quieres tocar eso? Pero para mí es música buena, extremadam­ente buena, especialme­nte lo último que grabamos con Chuck Loeb (fallecido en 2017) en Fourplay. La música es extremadam­ente buena: delicada, elegante, fuerte, suave, disciplina­da, aunque luego se deja ir. Alguna vez dijo que le motiva más la música que la batería. ¿Puede hablar al respecto? Mi creativida­d deriva de lo que sucede musicalmen­te, en lugar de sentarme a tocar solos de batería técnicos, lo que es bastante aburrido. Hay bateristas que apenas pueden esperar el momento en el que harán su solo, cuando realmente hay que pensar en la música. El solo viene con la música: la música dicta dónde empiezas y lo que debes tocar y no lo que practicas en casa. Yo no practico patrones, solo practico mi técnica al punto de poder tocar lo que escucho en mi cabeza. Lo que me mantiene es la creativida­d espontánea, eso me permite ir a diferentes lugares. M

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Mason ha participad­o en alrededor de mil 500 grabacione­s.

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