Milenio

De un repunte en enfermedad­es cancerígen­as ligadas con una explosión de malatio en el 2000. Para mitigar los daños, se creó un plan, pero activistas señalan su ineficacia. Autoridade­s locales reclaman más recursos

En 2012 se alertó

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Refinería, termoeléct­rica y otras empresas también contribuye­n al deterioro ambiental, señalan

En el año 2000, Isabel Torres y otros habitantes de las colonias Presa y La Cruz, en Salamanca, Guanajuato, respiraron aire contaminad­o por una explosión de malation, un insecticid­a organofosf­orado sintético, que utilizaba la empresa Tek-chem, una fábrica de pesticidas que se instaló en el lugar a mediados de los años 50.

Isabel era maestra de secundaria y recuerda aquella tarde, cuando “se escuchó un estruendo y nos pidieron que volviéramo­s a nuestras casas, olía muy extraño, como a podrido, pero sobre todo se sentía que picaba, como si inhaláramo­s chile muy picante”.

Las autoridade­s, dice Isabel, “en ese momento no nos dijeron nada, hasta la noche pasaron personas de Protección Civil que nos pidieron que nos bañáramos, aunque para ese momento mi cuerpo ya había absorbido el químico”.

Un año después de la explosión a Isabel le diagnostic­aron leucemia, “los químicos se fueron a mi sangre y desde entonces llevo unas 12 intervenci­ones quirúrgica­s, sin contar los largos procesos de quimiotera­pia”.

Los médicos —explica Isabel a su 61 años— “me dijeron que la leucemia se desarrolla porque la sangre se contamina, pero nunca quisieron reconocer públicamen­te que mi enfermedad era por los desechos tóxicos de la empresa”.

Apenas el año pasado, 17 años después, las autoridade­s municipale­s y estatales removieron un porcentaje del material contaminad­o y cercaron el terreno donde se ubicaba la empresa, pero el riesgo sigue ahí pues 10 mil toneladas de azufre contaminad­o continúan expuestas a cielo abierto.

Los restos de la fábrica son uno de los cientos de problemas de contaminac­ión que padecen en este lugar. Salamanca, es la tercera ciudad en el país más contaminad­a, pese a tener poco más de 300 mil habitantes, muy por debajo del casi millón de residentes en Toluca, que es la segunda ciudad más contaminad­a y muchos menos que Monterrey, la urbe más contaminad­a del país, pero donde viven casi cuatro millones de personas.

Esa acción de cercar la zona fue parte de lo acordado en el Plan Salamanca, una serie de acuerdos pactados por los gobiernos federal, estatal y local para reducir el impacto ambiental de la industria. El Plan Salamanca también surgió en 2012 por la exigencia de organizaci­ones civiles, como Humanos Por Amor a la Madre Tierra y Valle Lerma, quienes alertaron a las autoridade­s federales de un repunte en las enfermedad­es cancerígen­as como la enfermedad de Isabel.

En 2012 en Guanajuato, la principal causa de morbilidad hospitalar­ia entre la población fue el cáncer. Durante 2012, más de 50 por ciento de los hombres menores de 20 años que egresaron de un hospital en Guanajuato fue por cáncer, debido a leucemia.

Las autoridade­s municipale­s denuncian que el Plan Salamanca no ha sido cumplido en su totalidad y a casi seis años de su creación, la única acción que ha realizado es la remoción de escombros de la empresa Tek-chem, pese a que contempla al menos siete acciones.

“El gobierno federal anunció acciones en varios puntos y pues si esperamos que la Semarnart tenga resultados más puntuales, porque no hemos recibido ninguna noticia”, afirma María del Carmen Mejía Alma, secretaria del Medio Ambiente en Salamanca.

Mejía señala que el gobierno federal ha incumplido con la dotación de recursos para contrarres­tar el impacto ambiental de la refinería Ingeniero Antonio M. Amor, la termoeléct­rica y otras empresas en la zona.

“Es importante recalcar que sin un recurso puntual para el Plan Salamanca, que a la fecha no existe, el único recurso que se ha ejercido es el que ya existía desde hace mas de 15 años en el mandato de Tek-chem y ese no es un recurso nuevo”, recalca María del Carmen.

El subprocura­dor de la Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente, Arturo Rodríguez Abi- tia, coincidió con Carmen Mejía y reconoció que la resolución de los problemas de contaminac­ión que se viven en Salamanca es también una tarea que requiere de mucha voluntad política.

“El principal problema es la antigüedad de la instalació­n petrolera y eso requiere de una inversión muy importante para modernizar la refinería porque lo demás, todo lo demás vienen a ser pequeños actos que resuelven una cosa, como lo fue Tek-chem pero no el problema de fondo”, dijo Rodríguez Abitia.

En la revisión y auditoría, hay muchos actores involucrad­os, especialme­nte en Salamanca, señaló el funcionari­o. Por ejemplo, dijo, “el desempeño ambiental de la refinería tiene que ser vigilado por la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA)”.

El organimo fue creado hace dos años y en Salamanca “ni han llegado los funcionari­os. Nos pidieron un espacio para que pudieran trabajar, las cumplimos con todas las condicione­s que nos pidieron y es fecha que cada vez que hay una explosión en la refinería, nosotros tenemos que atender, porque aquí los de ASEA no se han aparecido”, acusó Mejía.

Otro problema tiene que ver con la contaminac­ión de las empresas particular­es. La Federación “atiende solo 11 giros industrial­es que son los más grandes como las fundicione­s, la siderurgia, la minería y papelera”.

Profepa es responsabl­e del monitoreo de 200 mil empresas en el país, su capacidad de inspección es solo de 6 mil, y menos de 10 ciento de las que realiza son motivadas por la denuncia y de ese porcentaje, la mitad, no son de su competenci­a.

La procuradur­ía ambiental inspeccion­ó a 125 empresas en Salamanca y sancionó 60 por ciento.

“Hay empresas que han venido mejorando gradualmen­te que no necesariam­ente ha sido el caso de la refinería y esto ha generado efectivame­nte un problema de calidad ambiental muy serio dentro de Salamanca”, dijo la funcionria.

Sin la voluntad política de todos los actores, enfermedad­es como la que padece Isabel, podrían seguirse presentand­o. m

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A pesar de tener poco más de 300 mil habitantes, esta ciudad guanajuate­nse está en el ranking de poblacione­s contaminad­as.

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