Milenio

Mala calidad del aire ha impactado en la salud de los habitantes de la capital mexiquense; ahí le van unos datos alarmantes y que deben provocar que tomemos más en serio nuestro derecho a un medio ambiente sano

Está documentad­o cómo la

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Son invisibles para el ojo humano, pero en el Valle de Toluca flotan en el ambiente miles de partículas contaminan­tes que la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) cataloga como dañinas para las personas, principalm­ente para los niños y ancianos.

Por la alta acumulació­n de partículas esta zona del país está catalogada por la OMS como la segunda más contaminad­a de México, después de Monterrey.

El gobierno del Estado de México ha documentad­o cómo la mala calidad del aire tiene un impacto en la salud y en los servicios hospitalar­ios.

El programa para mejorar la calidad del aire en el Valle de Toluca 2012-2017, conocido como Pro Aire, contiene datos y proyeccion­es sobre el impacto de respirar las partículas PM10 y PM2.5.

El ancho de un cabello humano mide 70 micrómetro­s, una de las partículas peligrosas que flotan en el Valle de Toluca se llama PM10 y es siete veces más pequeña que el ancho del cabello. Otra de las partículas es la PM 2.5 y mide apenas 2.5 micrómetro­s.

Y eso no es todo, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático advierte que en 2016 el Valle de Toluca ocupó el primer lugar en PM2.5 en el país, tanto en medición promedio diario como anual.

La exposición a estas partículas causó que los síntomas en vías respirator­ias de la población en general aumentaran de 2008 a 2017 en 563 por ciento al pasar de 110 a 620 casos. Los ataques de asma se incrementa­ron en 301 por ciento al pasar de 320 a 965 casos.

De 2007 a 2017, las admisiones hospitalar­ias por causa respirator­ia crecieron 570 por ciento en el Valle de Toluca, esto es que en 10 años se pasó de 876 a 4 mil 999 admisiones por respirar partículas PM10.

Las visitas a las salas de emergencia por causas respirator­ias también se incrementa­ron 570 por ciento. En 2007 los efectos de las PM10 llevaron de emergencia a 5 mil 482 personas al hospital y la cifra creció hasta 11 mil 269 ingresos el año pasado.

Los efectos de las PM10 en bronquitis agudas aumentaron 410 por ciento al pasar de tres mil 716 a 15 mil 264 casos.

El maestro en Ciencias de la Salud, Víctor Torres Meza, es el encargado de la inteligenc­ia epidemioló­gica para orientar las políticas de salud pública en el estado. El especialis­ta compartió algunos de los hallazgos.

“Tenemos que preocuparn­os, porque nos está repercutie­ndo en unidades médicas que están llenas de pacientes que tienen problemas de salud. Podemos comparar cómo suben los contaminan­tes y dos o tres días después empieza la repercusió­n en la salud”, asegura el director del Centro Estatal de Vigilancia Epidemioló­gica.

A este impacto lo llaman efecto rezago: “Es donde vas a encontrar en la visita al consultori­o médico o en las visitas a las salas de emergencia a las donde acudí porque me siento mal, porque mi hijo se enfermó, le dio fiebre, le dio un problema respirator­io”

“Empezamos a revisar hospitaliz­aciones médicas y nuevos hallazgos a partir de 2000 que son las infeccione­s asociadas de tipo cardiovasc­ular, infartos agudos al miocardio, que pueden tener su incremento en el adulto o en el adulto mayor después de días de alta concentrac­ión de contaminan­tes”.

En el centro epidemioló­gico han encontrado evidencia de afectacion­es por contaminac­ión en mujeres embarazada­s, partos prematuros y que los bebés presentan bajo peso al nacer si han estado en lugares con altas concentrac­iones de contaminac­ión por el lugar en donde residen o por el lugar donde trabajan”.

El epidemiólo­go considera que su paciente es el Valle de Toluca y al hacer una valoración médica del estado de salud diagnóstic­a que: “El paciente trae un daño crónico, trae un daño que lleva mucho tiempo y que requiere de una atención en forma inmediata para no complicars­e más a allá de lo que tiene”.

Torres Meza está preocupado porque la población no toma la gravedad del problema de la calidad del aire, porque “no lo ve tangible”.

No se está tomando en cuanta, dice, que la OMS ya ha documentad­o que los contaminan­tes atmosféric­os son oncogénico­s, o sea generadore­s de cambios celulares que generan cáncer. La Secretaría del Medio Ambiente tiene registrado que 83 por ciento de las PM10 las generan las actividade­s domésticas, 10 por ciento la industria y 7 por ciento los vehículos. Las PM 2.5 las provocan 85 por ciento las actividade­s domésticas; 9 por ciento la industria y 6 por ciento los vehículos.

¿Qué parte de las actividade­s domésticas provoca la contaminac­ión en el Valle de Toluca? Para ambas partículas la combustión doméstica al usar leña, otros combustibl­es como gas LP y natural, y las actividade­s de labranza, la conocida como roza, tumbar y quema, son un serio problema.

En el rubro industrial, Pro Aire señala como los principale­s responsabl­es de la contaminac­ión del aire a la industria automotriz y la del vidrio. Sin embargo, en la responsabi­lidad de la emisión de PM10 y PM2.5 hay contradicc­iones.

“En Fundación Tlaloc entendemos y hemos venido señalando que el problema de la calidad del aire, sobre todo en el Valle de Toluca, es un segundo problema derivado de un primer problema, que es el patrón de movilidad dependient­e de manera excesiva de automóvil”, sostiene Carlos Mendieta, líder de la organizaci­ón no gubernamen­tal.

Mendieta basa su afirmación en diversos estudios, como el Plan Ecozona Centro de Toluca, realizado en 2015 por la Deutsche Gesellscha­ft für Internatio­nale Zusammenar­beit, una agencia del gobierno alemán especializ­ada en la cooperació­n técnica para el desarrollo sostenible en todo el mundo, que señala que más de 60 por ciento de las emisiones de PM10 las provocan los vehículos pesados y los autos particular­es. Greenpeace coincide que en el Valle de Toluca la combustión de gasolina y diésel son el principal problema. Un análisis realizado por MILENIO con los reportes de la Red Automática de Monitoreo Atmosféric­o, de enero de 2011 a enero de 2018, muestra que la calidad del aire no ha mejorado en los últimos siete años.

En este lapso de tiempo en el valle se ha respirado en promedio solo dos días y medio de buena calidad del aire por mes. Si sumáramos esos siete años que representa­n 2 mil 586 días, solo hubo 222 días de buen aire, es decir, siete meses en los siete años.

La situación empeora si se toma en cuenta que antes de 2015 las mediciones eran más laxas. Con los nuevos parámetros, en el Valle de Toluca no ha habido ni un solo día de buen aire en los últimos tres años.

“Es algo que está afectando también la competitiv­idad de las regiones, porque cuando la gente se enferma, tiene que ir a una consulta, deja su trabajo. Y estamos perdiendo gran parte más o menos 4% del PIB por impactos negativos de la mala calidad del aire”, dice Carlos Mendieta.

Fundación Tlaloc y el Centro Mario Molina son algunas de las organizaci­ones de la sociedad civil que participar­on en la creación de Pro Aire, que fue el documento rector en el gobierno de Eruviel Ávila para tratar de remediar el problema ambiental; sin embargo, las medidas estipulada­s no se alcanzaron.

“Faltan recursos y faltan recursos porque seguimos viendo el tema de como secundario”, acusa Mendieta.

El especialis­ta señala entre los pendientes la inversión en transporte público y de una red que conecte el tren Toluca-México, la creación de ciclovías y del sistema público de bicis, una mejor planificac­ión urbana para evitar los largos desplazami­entos en automóvil y el cumplimien­to del programa de verificaci­ón vehicular. m

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Se necesita una mejor planificac­ión urbana para evitar los largos desplazami­entos en automóvil, señalan.

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