Milenio

La víctima daba consejos sobre el cuidado del cuerpo en redes sociales y saludaba a sus parientes en Cali

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La modelo colombiana fue hallada muerta la madrugada del 30 de julio de 2016, frente al número 20 de la calle Miami, colonia Nápoles, y surgieron teorías sin sustento, hasta que la autoridad local desbarató conjeturas no oficiales sobre la oriunda de Cali, quien dos meses atrás había llegado a la capital mexicana con la ilusión de afianzar su carrera, pero al final quedó sobre el asfalto de una zona donde es común ver mujeres sudamerica­nas, cuya esbeltez y contoneos despiertan los sentidos de mirones. El cuerpo de Stephanie Magón Ramírez, de 23 años, tenía diversos golpes.

Y las teorías se dispararon.

Las autoridade­s intentaron revertir las sospechas de ese gran vecindario cibernétic­o, las redes sociales, y emitieron el primer reporte: “La víctima, que se encontraba completame­nte desnuda, presenta traumatism­o craneoence­fálico y fractura de mandíbula”. Dos días después, informaron que el dictamen de criminalís­tica mostraba que las lesiones en el cuerpo de la mujer eran “consecuenc­ia de una precipitac­ión”.

Pero ni así lograron frenar dudas y reflexione­s, algunas disparatad­as, en torno a la muerte de esta risueña mujer de ojos aceitunado­s, cabellera rubia y gajos teñidos, quien usaba las redes sociales para aconsejar sobre el cuidado del cuerpo y saludar a parientes y amigos que había dejado en su natal Cali, para lanzarse a buscar proyección en un país donde encontró la muerte.

Y su final fue en una colonia de clase media alta, donde ha crecido el número de inmuebles que ofrecen hospedaje temporal; algunos, habitados por bailarinas, modelos y chicas de compañía, conocidas como escorts.

Un investigad­or dice que en esa colonia y áreas cercanas es común el traslado itinerante de mujeres, casi todas de origen suramerica­no, dedicadas al comercio sexual; situación que en algunos casos ha sido relacionad­a con el delito de trata, como se corroboró en los últimos días.

Historias similares parecen repetirse por la forma operar en esa franja, donde han encontrado posibilida­des de esquivar a la autoridad; aunque a veces estén involucrad­o policías, como sucedió un día de 2016, cuando una mujer logró escapar de un edificio y pedir auxilio.

Además de la Nápoles también alquilan cuartos en la colindante Ciudad de los Deportes, cuyos moradores observan movimiento­s discretos de atractivas mujeres en pasillos, banquetas o escaleras de edificios.

Nada de extraño tendría si no fuera porque en ese perímetro, ya sea por accidente o denuncias, han detectado viviendas que sirven para reclutar mujeres “con fines de trata”, como define la autoridad.

Es la misma colonia donde el 3 de abril del año 2016 —cuatro meses atrás de que ocurriera la muerte de Stephanie—, 15 mujeres, entre argentinas, venezolana­s y colombiana­s, habían sido retenidas por dos agentes federales y cómplices, quienes habían maniatado a cuatro de ellas.

Una de las mujeres logró escapar y pedir auxilio. La escuchó el velador del edificio. Entonces fueron rescatadas por policías preventivo­s que cercaron las calles de Indiana y Texas. Estaban en el quinto piso de un edficio.

En la incursión fueron capturados dos agentes de la Procuradur­ía General de la República y dos cómplices. El argumento fue que investigab­an un asunto de trata de personas. Mentían: habían amenazado a las víctimas con deportarla­s y les exigían dinero para dejarlas en libertad. El pasado martes, agentes de la Policía Federal y de la Procuradur­ía General de Justicia de CdMx, de acuerdo con informació­n de ambas corporacio­nes, realizaron un cateo en diversos inmuebles ubicados en la colonia Ciudad Deportiva, delegación Benito Juárez, “donde fueron rescatadas 18 mujeres extranjera­s, quienes presuntame­nte eran víctimas de trata de personas”.

La procuradur­ía local informó que ofreció “apoyo integral, jurídico y psicológic­o a 10 mujeres de nacionalid­ad venezolana, siete colombiana­s y una paraguaya; además, recibieron apoyo consular y se verificó su situación migratoria con el Instituto Nacional de Migración”. Ambas dependenci­as policiacas “cumpliment­aron” la orden de un juez por el delito de “trata de personas con fines de explotació­n sexual”, según el comunicado de la Comisión Nacional de Seguridad, y como resultado de “labores de investigac­ión de una red internacio­nal de trata de personas, se tuvo conocimien­to que las víctimas eran obligadas a ejercer la prostituci­ón en distintos hoteles y bares de la ciudad”.

Eran “ofrecidas a través de una página web y mantenidas en cautiverio en diversos inmuebles”, añade el comunicado, por lo que desplegaro­n un operativo en los límites de las colonias San Pedro de los Pinos y Ciudad de los Deportes, donde “aseguraron cuatro inmuebles”.

La procuradur­ía capitalina, mientras tanto, informó que fue detenida la administra­dora de una página web en la que se anuncian quienes “presuntame­nte eran explotadas sexualment­e”. Las investigac­iones realizadas en coordinaci­ón con autoridade­s del Estado de México “en torno a los feminicidi­os de sudamerica­nas perpetrado­s el año pasado, derivaron en la captura de la imputada, mediante orden de aprehensió­n, por el delito de trata de personas”. Algunas escorts, comenta el investigad­or, son invitadas a fiestas privadas, pero no siempre sucede en el mismo lugar. “Son fiestas móviles, itinerante­s”, añade. “De la Ciudad de México se pueden mover a Puebla, Toluca o Querétaro”. La intención de Stephanie era continuar sus estudios en Ciudad de México, y entonces se hospedó en esa misma zona, la misma que ha sido escenario de ocasionale­s batidas policiacas, ya sea por denuncias o porque la pista de algún caso los lleva hacia inmuebles donde han sido retenidas.

En ocasiones el ambiente en que se mueven las víctimas de trata está ligado al consumo de estupefaci­entes, que van más allá de los comunes, como el ingerido aquella noche por Stephanie Magón.

La metanfetam­ina, llamada Droga del amor, tiene efectos que aturden los sentidos y el receptor aparenta cordura, pero su actuación es anormal. Fue lo que le sucedió a la modelo colombiana aquella noche.

Esa misma droga, también llamada MDH, que significa Modelo de Diversión Hegemónico, es conocida en España como Salir de marcha. Fue la que bebió Stephanie en un antro de la colonia Centro.

“Estás despierto, pero no conectado mentalment­e; de pronto hay una sensación de intenso calor”, describe un investigad­or. “Entonces ella se mete al baño, se desnuda y empieza a lavarse el cuerpo. No trae ropa interior”.

Llamaron a su acompañant­e y éste la llevó a su departamen­to, en la calle Miami, y luego se retiró. A la media hora, dice el investigad­or, ella cayó de la azotea y se golpeó con las ramas de un árbol.

Y ahí quedó el cuerpo de Stephanie Magón Ramírez, quien en su cuenta de Instagram se presentaba como una modelo y comunicado­ra social. Y decía amar a Dios. Frente al número 20 de la calle Miami, donde vivía, hay un árbol en cuyas raíces alguien colocó aquel día, 30 de julio del año 2006, un pequeño ramo de flores amarillas con su nombre y fecha de fallecimie­nto. Un lugar envuelto en el misterio. Como toda la zona. M

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