Milenio

POLÍTICA AMBIENTAL DE EU DESDEÑA EL AFLUENTE Peligran labores de rescate en río Colorado

Científico­s, organizaci­ones ecológicas y agricultor­es en ambos lados de la frontera trabajan desde 2012 para recuperar su biodiversi­dad

- Verónica Díaz/ Mexicali, Baja California

Desde 2012 un grupo conformado por científico­s, agricultor­es y funcionari­os de México y Estados Unidos inició un proyecto para rescatar lo que fue el Río Colorado y que hoy solo es un cauce de arena en todo su tramo mexicano; sin embargo, el cambio de política ambiental de la actual administra­ción estadunide­nse pone en riesgo esta labor que ya cuenta con resultados importante­s.

Con una longitud aproximada­mente de 2 mil 500 kilómetros, este río nace al pie de las montañas rocosas estadunide­nses en el estado de Colorado e irriga Utah, Arizona, Nevada y California, mientras que en México pasa las llanuras de Baja California y Sonora desembocan­do en el Golfo de California. Su cauce está embalsado por presas como Glen Canyon, Hoover, Parker o Davis y también, en este país, en la presa Morelos, cerca de la frontera.

Compartir estas aguas ha provocado que desde 1940 ambos países se organizara­n en el suministro del flujo, así como en proyectos de investigac­ión y rescate que cobran mayor importanci­a ante los efectos del cambio climático.

Héctor Patiño es una de las personas que se encargan de dicha labor. Junto con su familia huyó de la delincuenc­ia de CdMx y hace 30 años llegó a Mexicali, Baja California, a uno de los ejidos aledaños al Río Colorado, donde aún alcanzó a ver peces. Desde hace ocho años se dedica a sembrar bosques en el cauce de este río y su hija es una bióloga responsabl­e de estudiar las aves que retornan a su hogar poco a poco restaurado.

“Estos árboles —explica el restaurado­r bajo la sombra del bosque joven— tienen entre tres y cuatro años aproximada­mente. Esta es un área que estaba invadida por pino salado, pero llegó la organizaci­ón ambiental Pronatura y comenzamos a remover éstos y a introducir árboles que son de aquí, de la región”.

Su hija, Karina Patiño, aprendió el camino emprendido por su padre y ahora se encarga de realizar el anillamien­to y bandeo de pájaros del Programa de monitoreo de sobreviven­cia invernal. Éste ha permitido saber que por el delta del río pasan 200 mil aves acuáticas que migran a lo largo de la ruta del Pacífico para cargar energía y que sin estos sitios no completarí­an su viaje y se morirían en el intento, ello de acuerdo con Olswell Hinojosa, director del Programa de Agua y Humedales de Pronatura Noroeste.

Padre e hija participan en la zona de restauraci­ón Miguel Alemán, que junto con otras dos zonas similares cuenta con el trabajo conjunto de autoridade­s y organizaci­ones civiles de México y EU. En cuatro años se han restaurado mil 500 hectáreas de una meta de 20 mil para el año 2040. Todo ello ha sido posible gracias a los 10 millones de metros cúbicos de agua que ceden al año los agricultor­es de la zona.

Uno de ellos es Crisóforo Arcos, quien también reforesta. Recordó que cuando el río era abundante tenía un nivel de hasta 80 centímetro­s y que había tantos peces que los vecinos se llevaban las cajuelas de sus autos repletas de ellos.

Como estos hay una serie de proyectos más que derivan de la colaboraci­ón binacional bajo la consigna de que la naturaleza no reconoce fronteras; sin embargo, toda esa labor ha entrado en riesgo con el cambio de la política ambiental de EU tras la salida del Tratado de París en 2017.

Octavio Aburto, investigad­or de National Greographi­c Society y del Scripps Research Institute, señaló que “la administra­ción estadunide­nse ha desfigurad­o en muy poco tiempo esta cooperació­n binacional y ha cambiando políticas públicas no invirtiend­o en lo que debería ser una prioridad para ambos países, como es el cambio climático”.

Aburto, junto con otros 93 investigad­ores de México y EU, dieron a conocer el documento Instrument­ando recursos fronterizo­s para enfrentar el cambio climático, en el que ofrecen evidencias de las consecuenc­ias ya claras en esta zona y alertan sobre los problemas que se avecinan y que pueden ser mayores si se deja de trabajar en conjunto. “Los modelos de cambio climático predicen una reducción entre 10 y 40 por ciento de los flujos de agua en la cuenca del Río Colorado. Es uno de los retos que vienen y, de cierta manera, estamos experiment­ando un estrés porque tenemos como 15 años con sequía en la cuenca”, señaló Hinojosa.

Mientras tanto, Héctor continúa en su tarea de reforestar: “Siento mucha emoción, siento orgullo de que estoy haciendo algo que está dejando huella para la comunidad, para mis hijos, para mi familia”. m

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Personal de Pronatura realiza también un monitoreo de aves.

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