Milenio

Lo que el debate no cambió

- DUDA RAZONABLE CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Cuando nos despertemo­s el 2 de julio el país habrá elegido a un nuevo Presidente y a un nuevo Congreso. Habrá elegido nuevos gobernador­es en casi un tercio del país. Habrá una sensación, como suele suceder, de cambio, de nueva época, que se abre un espacio para repensar el país.

Ese mismo 2 de julio más de 80 personas serán asesinadas.

Recordator­io ineludible para quien sea que haya celebrado el triunfo de que las cosas no se arreglan por los votos.

Expertos en contabiliz­ar nuestras tragedias, en estos días hemos sabido que acabamos de pasar el peor trimestre de violencia y muerte de nuestra historia moderna y que el sexenio que se acaba ya ha rebasado en investigac­iones por homicidio al de Felipe Calderón, que creímos insuperabl­e. Sabemos también que la violencia se ha extendido a zonas del país que parecían en paz.

Los cinco candidatos que hoy compiten han dicho que hay que cambiar la estrategia de seguridad, lo que es no decir nada más que lo obvio.

Si uno revisa sus plataforma­s, sus dichos, si uno pregunta qué dicen los equipos encargados del tema para cada candidato, no parece haber mucha claridad en hacia dónde se debe ir: o soluciones mágicas, o repetición de algunas que ya han fracasado, o frases hechas sin demasiado contenido.

A diferencia de los asuntos económicos o la educación o la política social donde la mayoría de los candidatos tiene propuestas más elaboradas, claras y diferencia­das, respecto a la seguridad y la violencia parece reinar la confusión de qué hacer.

El asunto, por supuesto, no es sencillo y tal vez por eso los candidatos le huyen.

Porque el problema toca institucio­nes y dependenci­as en todos los poderes: desde un marco legal confuso y enredado que obstaculiz­a la prevención y persecució­n del delito, las policías dispares, deteriorad­as, olvidadas, ministerio­s públicos sobrecarga­dos de trabajo, expuestos a la corrupción, tribunales que alargan los procesos, con zonas de corrupción y opacidad que abonan a la impunidad y cárceles que son lugares donde los criminales siguen delinquien­do.

No será sencillo, pero por algún lado hay que empezar si no queremos en seis años estar peor.

Porque hoy, el día después del debate, 80 mexicanos serán asesinados. M

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