El amlocentrismo y la ausencia de la razón
Y, sin embargo, se mueve”, dijo Galileo Galilei a la Inquisición encabezada por Simplicio cuando por mayoría votaron contra él prohibiéndole fundamentar las ideas de Copérnico.
Nunca en la ciencia y la política la condición de mayorías o minorías ha sido motivo para convencer. No se puede defender la razón y la libertad callando y haciendo de una supuesta moral infalible que “defiende el bien contra el mal” y que hace de las encuestas el argumento central para callar solo con responder con el mantra de su propia religión. Ya en 2006 su decisión de no acudir al primer debate, junto con el triunfalismo de que ya había ganado, desarmó a su propio electorado y construyó su gran derrota.
Es por actitudes como las de Andrés Manuel López Obrador frente a sus críticos que el lopezobradorismo está moral e históricamente derrotado, como decía Juárez de los conservadores. Pues si algo ha buscado el pensamiento libertario, han sido espacios y momentos para explicar el origen de los problemas y ofrecer soluciones. El discurso político, para ser válido, debe ser pedagógico.
No se puede andar gritando desde la lejanía ideas de justicia y luego no sostenerlas y argumentarlas frente a sus detractores. No se puede combatir a la Inquisición con la Inquisición ni la dictadura con dictadura.
El papel de López Obrador en el debate del 22 de abril significa la derrota intelectual y liberal del lopezobradorismo incapaz de responder a sus contradicciones, demostrando frente al pueblo de México sus razones.
El silencio del amlocentrismo, levantando como único argumento la suma en contra de sus detractores contra él (como él lo ha hecho desde la plaza), no le da la razón sin explicarla, pues él estaba ahí, no para orar por él mismo, sino para demostrar ante los ciudadanos que sus críticas están fundadas en la razón.
Quienes han luchado contra el viejo régimen presidencialista autoritario que se imponía bajo el principio de autoridad frente a la razón, AMLO nos hizo recordar al decadente presidencialismo priista, cuya fuerza se basaba en tener la primera y última palabra en decisiones judiciales, económicas, políticas y electorales, sin dar explicaciones.
El argumento basado en la idea central de que la mayoría tiene por sí misma la razón, es feudal, absolutista, insulta la libertad y todo principio basado en la razón científica. Contradice todo anhelo de libertad y ciudadanía, y anuncia una Presidencia basada simplemente en la inquisitorial razón de Estado.
En el debate del pasado domingo vimos a Simplicio, el Inquisidor, repitiendo oraciones, sin dar razones. Defendiendo que piensa acabar a los corruptos con corruptos y con su silencio aceptó que ha sustituido a sus apóstoles con la ultraderecha corrupta y militante.
No se puede defender la libertad y los derechos del pueblo de México desde el silencio cómplice y regresando a México al Concordato con el Vaticano.