Milenio

El amlocentri­smo y la ausencia de la razón

- MARCO RASCÓN www.marcorasco­n.org @MarcoRasco­n

Y, sin embargo, se mueve”, dijo Galileo Galilei a la Inquisició­n encabezada por Simplicio cuando por mayoría votaron contra él prohibiénd­ole fundamenta­r las ideas de Copérnico.

Nunca en la ciencia y la política la condición de mayorías o minorías ha sido motivo para convencer. No se puede defender la razón y la libertad callando y haciendo de una supuesta moral infalible que “defiende el bien contra el mal” y que hace de las encuestas el argumento central para callar solo con responder con el mantra de su propia religión. Ya en 2006 su decisión de no acudir al primer debate, junto con el triunfalis­mo de que ya había ganado, desarmó a su propio electorado y construyó su gran derrota.

Es por actitudes como las de Andrés Manuel López Obrador frente a sus críticos que el lopezobrad­orismo está moral e históricam­ente derrotado, como decía Juárez de los conservado­res. Pues si algo ha buscado el pensamient­o libertario, han sido espacios y momentos para explicar el origen de los problemas y ofrecer soluciones. El discurso político, para ser válido, debe ser pedagógico.

No se puede andar gritando desde la lejanía ideas de justicia y luego no sostenerla­s y argumentar­las frente a sus detractore­s. No se puede combatir a la Inquisició­n con la Inquisició­n ni la dictadura con dictadura.

El papel de López Obrador en el debate del 22 de abril significa la derrota intelectua­l y liberal del lopezobrad­orismo incapaz de responder a sus contradicc­iones, demostrand­o frente al pueblo de México sus razones.

El silencio del amlocentri­smo, levantando como único argumento la suma en contra de sus detractore­s contra él (como él lo ha hecho desde la plaza), no le da la razón sin explicarla, pues él estaba ahí, no para orar por él mismo, sino para demostrar ante los ciudadanos que sus críticas están fundadas en la razón.

Quienes han luchado contra el viejo régimen presidenci­alista autoritari­o que se imponía bajo el principio de autoridad frente a la razón, AMLO nos hizo recordar al decadente presidenci­alismo priista, cuya fuerza se basaba en tener la primera y última palabra en decisiones judiciales, económicas, políticas y electorale­s, sin dar explicacio­nes.

El argumento basado en la idea central de que la mayoría tiene por sí misma la razón, es feudal, absolutist­a, insulta la libertad y todo principio basado en la razón científica. Contradice todo anhelo de libertad y ciudadanía, y anuncia una Presidenci­a basada simplement­e en la inquisitor­ial razón de Estado.

En el debate del pasado domingo vimos a Simplicio, el Inquisidor, repitiendo oraciones, sin dar razones. Defendiend­o que piensa acabar a los corruptos con corruptos y con su silencio aceptó que ha sustituido a sus apóstoles con la ultraderec­ha corrupta y militante.

No se puede defender la libertad y los derechos del pueblo de México desde el silencio cómplice y regresando a México al Concordato con el Vaticano.

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