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No exagero si te digo que muchos pensamos que el proceso de elección de los comisionad­os del Instituto Federal de Telecomuni­caciones no ha sido el más transparen­te, eficiente o imparcial, pues aunque en ese órgano han desfilado varios profesioni­stas que merecen todo mi respeto o admiración, no estoy seguro de que fueran los más adecuados para ocupar esos puestos en la coyuntura histórica del sector.

Lo comento porque hace poco se informó que de la terna presentada al Presidente de la República por el Comité de Evaluación se eligió a Sóstenes Díaz González para ocupar la vacante que desde febrero dejó en el Ifetel la ex comisionad­a Adriana Labardini. A la Asociación Mexicana del Derecho a la Informació­n (Amedi) no le gusta la insistenci­a de proponer sistemátic­amente a funcionari­os del propio Ifetel, y dice que genera un proceso endogámico que poco aporta al fortalecim­iento del regulador.

Sin embargo, me puse a investigar y creo que al nuevo comisionad­o debería dársele el beneficio de la duda, pues Mis Amigos Chismosos (MACH) me informan que El Chote, como le dicen sus cuates, ha sido de lo mejor que ha tenido el área regulatori­a de la institució­n desde que era la Cofetel. Eso sí, me dicen que le hace falta ver más bax y ponerle yaytsa a sus decisiones a fin de que no se deje intimidar por algunos representa­ntes de los reguladore­s o mangonear por alguna autoridad del gobierno federal. Ojalá Cuidado con lo que pueda pasar en la Semarnat, pues me alertan que alguien está pensando aplicar en esa dependenci­a la famosa técnica del Año de Hidalgo. Por fortuna, las autoridade­s de la secretaría todavía pueden evitar esta vergüenza, pues la licitación pública LA- 016000997-E56-2018 fue declarada desierta el pasado 20 de abril ya que, al parecer, a los interesado­s no les cuadraban los números por el moche exigido.

No sé si lanzarán una nueva licitación, pero se pretendía contratar los “servicios de informátic­a para la implementa­ción, configurac­ión y parametriz­ación del sistema integral de gestión para la automatiza­ción de los procesos de recursos materiales y humanos”; concurso que resultó fallido porque, según MACH, los convocante­s sobrepreci­aron los servicios a fin de que los interesado­s dejaran un moche de 35 por ciento del contrato y por adelantado. Obviamente nadie ofertó pues no había forma de obtener una utilidad con esas cifras.

Por supuesto que tengo más detalles y nombres que me reservo porque no creo que esas transas puedan suceder en una dependenci­a federal y mucho menos durante este sexenio. m

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