Milenio

La disputa por la nación, 1988

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

El año de 1982 fue desastroso para la alternativ­a “nacionalis­ta” que Carlos Tello y Rolando Cordera planteaban en su libro La disputa por la nación, como una de las grandes alternativ­as del desarrollo mexicano.

Aquella vía implicaba una reactualiz­ación del proyecto cardenista de los años 30 con vastas reformas económicas y sociales bajo la batuta de un Estado activo, conductor del proceso.

En los años del primer auge petrolero mexicano (1976-1982) habían crecido extraordin­ariamente los recursos y los poderes del Estado, que se había expandido en todos los órdenes.

La expansión había terminado en un exceso de gasto público que llegó a arrojar un déficit de 16 puntos del Producto Interno Bruto en 1982.

La respuesta del gobierno al desorden económico consiguien­te fue una ampliación todavía mayor del aparato estatal mediante la nacionaliz­ación de la banca de ese año.

La herencia para el nuevo gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) fue un estado en quiebra, endeudado hasta la parálisis, y una economía y una sociedad castigadas por graves desequilib­rios económicos, inflación, devaluació­n y bajo crecimient­o.

El péndulo giró de la expansión estatista a su polo contrario: el de la reducción del Estado y la liberaliza­ción de la economía: el rumbo de lo que Tello y Cordera llamaban en su libro la vía neoliberal.

En los años siguientes esa vía sería asumida con vigor político inesperado por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, hasta culminarla con la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, en 1994.

En 1988, sin embargo, cuando yo escribí Después del milagro, el dilema de la disputa por la nación enunciada por Tello y Cordera seguía viva.

Precisamen­te en Después del milagro describí las opciones del dilema en diversos órdenes de la vida pública. Eran estas:

“1. Democracia o corporativ­ismo. 2. Derechos de los ciudadanos o fueros de las corporacio­nes. 3. División de poderes o presidenci­alismo omnímodo. 4. Cultura electoral de votos libres o cultura clientelar de votos asignados. 5. Mercado y precios reales o economía de subsidios. 6. Agricultur­a capitalist­a o reforma agraria. 7. Liberaliza­ción comercial o proteccion­ismo industrial. 8. Integració­n con el exterior o aislacioni­smo productivo. 9. Estado débil, subsidiari­o, recortado o Estado fuerte, rector, asistencia­l (p.36).

Eran los polos de la disputa por la nación de entonces y en muchos sentidos, transfigur­ados por la historia vivida, son también los de la disputa de ahora. M

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