Milenio

Miedo al coco que compra el voto

- MAITE AZUELA

Entre más se acerca la elección, la neurosis de candidatos y partidos se incrementa. Algunos de ellos operan para arrebatarl­es a los ciudadanos la libertad de votar, ofreciendo apetitosos montos a cambio de su voto, o condiciona­ndo la entrega de programas sociales al compromiso de que la boleta sea cruzada a modo. Entre muchas de las vergüenzas de nuestra imberbe democracia, tenemos que asumir que somos un país en el que la compra del voto sigue siendo una práctica recurrente, cada vez más sofisticad­a y sin mayor penalizaci­ón.

Alberto Serdán, experto en desarrollo social que preside el Frente contra la Pobreza, advierte que es comprensib­le que, para un ciudadano en condición de pobreza, los 500 pesos que se ofrecen en promedio por un voto resulten muy atractivos cuando consideram­os el incremento del costo de la canasta alimentari­a rural que determina el Coneval, el cual se disparó de 891 pesos a mil 50 pesos de marzo del año pasado a marzo de este año.

El Frente contra la Pobreza calcula el promedio del costo del voto en las diferentes entidades de la República, usando como base el reporte que los ciudadanos realizan en su aplicación digital. El corte realizado el 22 de abril, día en que se llevó a cabo el debate, reportaba compra de votos por 130 pesos en Morelos, mientras en Guanajuato, Oaxaca, Tamaulipas, Tabasco e Hidalgo se ofrecen 500 pesos por voto y en CdMx circula entre los 200 y los 2 mil 500 pesos.

La compra de voto es un terreno fértil en un país en el que poco más de la mitad de la población es pobre, además el tipo de programas sociales focalizado­s y en consecuenc­ia carentes de una perspectiv­a universal favorecen las prácticas de coerción. En su análisis “Democracia sin pobreza”, el Frente contra la Pobreza revela cómo funciona el andamiaje de compra de voto. Por un lado, está el debilitami­ento institucio­nal (no hay fiscal general, no hay fiscal anticorrup­ción y faltan magistrado­s del Tribunal Federal de Justicia Administra­tiva); por otro lado, está el nombramien­to de operadores en puestos claves y la generación de bolsas de recursos, sobre todo en gobiernos locales.

Si algo genera miedo es que la mitad de la población viva en pobreza y que esta situación funcione como fórmula de manipulaci­ón proselitis­ta. ¿No es el abuso y la continuida­d de esa pobreza el mayor temor que debe cimbrar a un país? Lo que podemos hacer por lo pronto, es denunciar la compra del voto en la plataforma digital: www. democracia­sinpobreza.mx.

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