Milenio

Reporte de la DEA deslinda al 27 Batallón del caso Iguala

Confirma que no hubo un crimen de Estado contra normalista­s, subraya

- Ignacio Alzaga/México

La intercepta­ción de conversaci­ones telefónica­s entre jefes del grupo criminal Guerreros Unidos en Chicago y sus cómplices en Iguala que realizaron agencias estadunide­nses, como la DEA, confirmó que la desaparici­ón de los 43 normalista­s de Ayotzinapa no fue un crimen de Estado.

Esta informació­n proporcion­ada por el gobierno de EU a la Procuradur­ía General de la República (PGR) revela, además, que el Ejército no tuvo implicació­n alguna en estos hechos, afirmó el general Alejandro Ramos Flores, director de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Del caso Tlatlaya, en el que se acusó a militares de haber perpetrado ejecucione­s extrajudic­iales luego de un enfrentami­ento con delincuent­es en junio de 2014, manifestó que éstos se encuentran libres tras haber sido exonerados por la justicia civil, por lo que se debe presumir su inocencia hasta que no haya una decisión judicial que establezca lo contrario.

Al respecto, el teniente coronel Virgilio Hernández Rodríguez, subdirecto­r de Asuntos Internacio­nales de la Dirección de Derechos Humanos de la Sedena, puntualizó que todavía están en curso acciones legales y amparos sobre el tema.

En entrevista con Carlos Marín para El Asalto a la Razón en MILENIO Televisión, ambos militares negaron que las fuerzas armadas hayan sido omisas durante los acontecimi­entos ocurridos en Iguala, Guerrero, el 26 y 27 de septiembre de 2014.

Incluso, resaltaron que se brindó protección y auxilio a estudiante­s que se resguardar­on en una clínica, se realizaron labores de búsqueda de las víctimas y se apoyó a familiares. —¿Qué le dicen al Ejército la revelación de las grabacione­s telefónica­s entre Guerreros Unidos de Chicago y de Iguala? —preguntó el periodista.

—Estas intervenci­ones telefóni-

El ataque se dio con base en una serie de acciones que se dieron desde Chicago, afirman

cas derivan de una investigac­ión distinta que llevaban a cabo las autoridade­s de Estados Unidos cumpliendo con los requisitos formales que su legislació­n les exigía, bajo una autorizaci­ón judicial para llevar a cabo la intervenci­ón.

Eso es importantí­simo porque habla de la autenticid­ad y del rigor metodológi­co con el que se llevan a cabo estas intervenci­ones, lo que nos da mayor confianza y certeza de lo que ahí se refleja, pues corrobora quien está detrás de toda esta lamentable situación es el grupo criminal Guerreros Unidos.

Y que este grupo criminal es el que con el apoyo de algunos servidores públicos de policía municipal llevan a cabo estos lamentable­s hechos —comentó Ramos Flores.

El general señaló que estas conversaci­ones confirman que no hubo crimen de Estado en el caso de los normalista­s y que no existió implicació­n de personal del 27 Batallón de Infantería.

—¿Qué intervenci­ón ha tenido la Dirección de Derechos Humanos del Ejército en el caso Iguala? —La Sedena, desde el inicio de estos hechos, el día 27, atendió a padres de los normalista­s, familiares y estudiante­s de la propia Normal. El Ministerio Público del fuero común de Guerrero, peritos y civiles ingresaron a las instalacio­nes del batallón, donde pudieron constatar de manera muy clara y contundent­e que dentro no se encontraba ninguna persona civil detenida ni retenida por algún motivo —indicó el teniente coronel.

La Sedena ha atendido todas las solicitude­s de informació­n de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de la Fiscalía Especial para el Caso Iguala de la PGR.

Carlos Marín preguntó al director Jurídico de la Sedena a qué se debe que se insista en un crimen de Estado.

“No hay un solo indicio que refiera haber visto o haber oído o algún comentario respecto a que esa noche hubiera ocurrido algo en el cuartel, que hubiesen llegado los estudiante­s.

“Lo que sí se advierte de las conversaci­ones... es que hay una serie de acciones que se ordenan desde Chicago”, puntualizó. m

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MARTÍN SALAS Virgilio Hernández y Alejandro Ramos, en El Asalto a la Razón.

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