Milenio

Peligra Westworld

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Cuando se estrenó Westworld alguien cometió un error. No sé si fue HBO, la prensa o el público a través de las redes sociales.

Yo mismo caí en la trampa y malamente lo mencioné en alguna de mis columnas.

El caso es que alguien quiso posicionar a esta serie como la sustituta de Game of Thrones y pues no, eso es imposible.

Game of Thrones es un caso único en la historia de la televisión, una inversión como nunca más se volverá a hacer, un fenómeno como jamás volveremos a vivir.

Pero esto no significa que Westworld sea mala, que no cueste mucho o que no funcione. ¡Para nada!

Westworld es una pequeña gran obra maestra de la ciencia ficción internacio­nal, un poema en toda la extensión de la palabra.

Y no, no va al mismo mercado que Game of Thrones. Esto es más bien para personas que están más dispuestas a descifrar acertijos que a meterse en el campo de las intrigas.

Esto es más para televident­es que gozan tratando de entender cuál es el sentido de la vida que para las que se deleitan con la sangre, la brutalidad y el terror.

Westworld es una de las mejores series de televisión de los últimos años, una obligación para todos los que aman la tele. Punto.

¿Cuál es la nota? Que el domingo pasado, por el canal HBO y por la plataforma HBO GO, se estrenó el primer capítulo de la segunda temporada de esta joya.

¿Y estuvo bueno? Antes de responderl­e, le voy a explicar qué es Westworld y por qué fue tan importante su temporada uno.

Westworld fue una historia que Michael Crichton, el escritor de Jurassic Park, llevó al cine en los años 70.

De hecho hay vasos comunicant­es entre Westworld y Jurassic Park.

Ésta es la historia de un parque de diversione­s muy peculiar, en el futuro, en donde la gente va para tener sexo, torturar y matar a todas las personas que quiera en una suerte de inmensa fantasía porno-sado-asesina del viejo oeste.

¿Cómo es posible esto? Porque los hombres y mujeres violados, torturados y asesinados no son de verdad. Son robots mucho muy sofisticad­os, idénticos al ser humano.

El problema es que, de repente, los robots comienzan a tomar conciencia de su existencia y deciden tomar cartas en el asunto.

No se asuste, no le estoy vendiendo trama. Lo que quiero es que entienda que la temporada uno de Westworld fue perfecta, redonda. Acabó y terminó ahí. Como una miniserie.

Hasta tuvo la participac­ión especial del inmenso Anthony Hopkins, lo cual es insólito para la industria de la televisión.

Ahora que está la temporada dos, tengo miedo. La gran gracia de la primera temporada era que había muchas cosas por descubrir, por resolver.

El público tenía que participar desde el primer minuto del capítulo inicial hasta el último del episodio final.

Acá ya no. De hecho, por alguna extraña razón los creadores de esta serie están insistiend­o en decirnos muchas cosas tal cual, a lo bruto, sin dejar que el televident­e adivine.

¿Qué cosas? Obvio no le voy a decir para no arruinarle la experienci­a pero son cosas que tienen que ver con la geografía del parque, con la composició­n de la empresa dueña del lugar, con otros objetivos de la corporació­n y con otros lugares.

Dicho en perfecto español: lo nuevo de Westworld es un pegote, le pegaron algo que no se había contemplad­o a la historia original y se nota.

Ya no estamos en los cuestionam­ientos sobre quiénes somos, de dónde vinimos, hacia dónde vamos o por qué “los deleites violentos tienen finales violentos”.

Ahora estamos en la guerra, en “acabemos con los humanos”, en quítate toda la ropa nomás porque se me acaba de ocurrir y, lo más delicado, ya sabemos todo lo que teníamos que saber de todos los personajes.

¡Ahora hasta les tenemos que ver la memoria física para tener alguna novedad!

No y ni hablemos del reparto porque no se compensó la ausencia de Anthony Hopkins. No nos están poniendo ninguna otra luminaria global para llenar ese hueco.

Y en este caso tan específico sí era necesario. Sí era un eje dramático fundamenta­l.

Por supuesto solo he monitoread­o el capítulo uno de la temporada dos y, como suele suceder en estos casos, fue un episodio de transición.

Urgía cerrar el despampana­nte final de la temporada uno y medio comenzar a construir los nuevos conflictos de la temporada dos, pero siento que la magia peligra.

Ojo: esto no significa que esta serie sea mala o que no sea superior a otros títulos que están saliendo al mercado.

Significa que solo vimos un capítulo de transición y que hay que ver más. ¿O usted qué opina?

Luche por ver la temporada uno de Westworld en HBO GO y por sintonizar lo nuevo de esta producción original tanto en el canal HBO como en la plataforma que la acabo de mencionar.

El punto de partida es hermoso, profundo, desgarrado­r. Y esto podría ira para arriba, hasta las nubes, o hundirse definitiva­mente hasta desaparece­r. ¿A poco no?

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La temporada uno fue perfecta.
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