Malditos populistas, cómo los odio
No puede ser que el muy justificado odio y rencor institucional contra el populismo, el nuevo espectro que recorre el mundo, el verdadero peligro para la humanidad en su conjunto, sea tan sesgado y ajeno a las verdaderas prácticas democráticas. Me explico. En estos días, con una inteligencia superior, producto sin duda de años de profunda y sana reflexión, hemos visto ataques frontales contra este terrible mal que socava el pacto social y el derecho a la explotación del hombre por el hombre como dictan los cánones. Incluso, como si no fuera suficientemente con los dichos del Bronco que no solo quiere regresarnos a la Edad Media para restablecer la Inquisición, sino también para rendirle culto al feudalismo con todas sus maravillas retrógradas.
Eso está bien. Pero lo que está mal es que no se le rinda el debido homenaje a los héroes de esta bonita pelea entre tecnócratas y neoliberales contra prófugos del populismo neocomunista. Por ejemplo, en los últimos días con cierto espíritu de obseso, el licenciado Peña en su infinita sabiduría se la ha pasado destruyendo a hachazos al populismo de una manera tan mecánica y con un empeño tan intenso que ya quieren algunos mal informados que lo replique en la lucha contra la impunidad, la corrupción y la inseguridad. La cosa es que en su denodada lucha contra este mal, que don Enrique ubica en sus momentos fatídicos claramente en los 70 y 80 en México, se le olvidó mencionar a inolvidables personajes como Luis Echeverría, Jolopo, don Micky de la Madrid y Charly Salinas que convirtió tecnocráticamente al populismo en Sedesol, hoy tan vigente.
En este mismo tenor están los de National Geographic Latinoamérica, que en su Sensacional de populistas donde tampoco se incluyen —maldito Alzheimer selectivo— solo consideraron a puro hijo de Thanos, como El Peje, Chávez y Putin en un alarde de lógica Krauziana: el que nace para mesías tropical del cielo le caen los documelodramas rancheros.
Está tan bien hecha la publicidad en los guajoloteros que tenían que haber incluido el slogan de las campañas del dotor Mit y Chicken Little: “El mello no anda en burriqui”.
Solo creo que también les faltó el peor de los populistas, Barack Obama, que ha dicho, atrevido, incluso frente al lic Peña: “Me preocupo por la gente pobre, que está trabajando muy fuerte y no tiene la oportunidad de avanzar… de manera que, supongo, eso me hace un populista”.
¡Malditos populistas, cómo los odio! M