Milenio

Negocios

- Tom Mitchell

La semana pasada el gobierno chino dio a conocer su más reciente oferta de paz con la que busca evitar una guerra comercial entre Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del mundo. Desafortun­adamente para las empresas multinacio­nales que están preocupada­s en quedar atrapadas en el fuego cruzado, la disposició­n de Pekín para deshacerse de límites de propiedad extranjera en las empresas conjuntas automotric­es para 2022 no serán suficiente para hacer que la administra­ción se mueva de su opinión de que la relación de comercio e inversión entre los dos países es fundamenta­lmente injusta y no es recíproca.

El primer problema con la última concesión de China fue el calendario, difícilmen­te lo suficiente­mente rápido para que un presidente de EU que quiere recibir el crédito por “resolver” los problemas que ve en la relación bilateral en las elecciones legislativ­as de mitad de mandato de noviembre.

Un segundo problema es la naturaleza a largo plazo de los contratos en las empresas conjuntas en las que están amarradas las dos firmas automotric­es más grandes de EU, GM y Ford, en China.

La lucrativa asociación de GM con SAIC, de propiedad estatal, vence hasta 2027. La igualmente exitosa alianza de Ford con Chang’an caducará hasta el 2051.

Suponiendo que SAIC y Chang’an estén dispuestas a considerar la venta antes de esas

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