Milenio

Mayo del 68: 50 años

- CARLOS TELLO DÍAZ*

Todos somos herederos de mayo del 68 —el movimiento estudianti­l que estalló, un día como hoy, hace 50 años, en la capital de Francia. Pues todos hemos hecho nuestras, aunque sea solo una vez, sus consignas más famosas: Prohibido prohibir, La imaginació­n al poder, Seamos realistas: pidamos lo imposible…

El 3 de mayo de 1968 los estudiante­s de La Sorbona organizaro­n una manifestac­ión en París para impedir que los grupos de ultraderec­ha tomaran el control del Barrio Latino. Con el fin de evitar una confrontac­ión entre los estudiante­s y estos grupos, el consejo universita­rio tomó la decisión de pedir a la policía entrar en el recinto. Los estudiante­s más radicales condenaron esa violación de la autonomía universita­ria. La policía los detuvo, con lujo de violencia. Entonces ellos, en busca de armas para defenderse, empezaron a levantar los adoquines de las calles de París. Había estallado mayo del 68.

El contexto que explica la rebelión tenía ele- mentos locales, como el paternalis­mo autoritari­o del sistema educativo francés, y tenía también elementos nacionales, pues crecía el desempleo y bajaba el salario de los obreros en Francia. Pero el elemento esencial para entender mayo del 68, por encima del local y el nacional, es el internacio­nal: la Revolución cubana, la guerra por la independen­cia de Argelia, la resistenci­a de Ho Chi Minh en Vietnam, la revolución cultural en China.

Los líderes de mayo del 68 combatían contra el capitalism­o, sin duda, pero también contra la ortodoxia comunista. Al rechazar la imposición que significab­a tener que optar entre capitalism­o y comunismo, muchos de ellos encontraro­n una respuesta en el trotskismo, el anarquismo y el maoísmo. Mayo del 68 fue un movimiento contra el consumismo y el capitalism­o. Algunos de sus militantes habrían de terminar en grupos terrorista­s de extrema izquierda como Acción Directa. Pero fue también una revuelta contra la ortodoxia comunista. Los líderes del movimiento no contaron con el apoyo del Partido Comunista, cuyo dirigente, Georges Marchais, condenó en L’Humanité a “los hijos de los grandes burgueses que muy pronto apagarán su flama revolucion­aria para ir a dirigir la empresa de papá”. Tampoco contaron con el apoyo de la Confederac­ión General del Trabajo, cuyo líder, Georges Séguy, condenó asimismo “ese movimiento que no tiene otro objetivo que llevar a la clase obrera a una aventura”. Los maestros de los estudiante­s no eran Marx ni Lenin sino Wilhelm Reich y Herbert Marcuse

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