Milenio

La jornada contra sus trabajador­es

- JOEL ORTEGA JUÁREZ

El caso de La Jornada es uno de esos de esquizofre­nia más patéticos. Como en la película sudafrican­a Guardián y verdugo, donde el mismo personaje es a la vez un pastor respetuoso y verdugo ejecutor de pena de muerte; así suelen ser estos redentores millonario­s, que son mayoritari­os en las cúpulas dirigentes de la partidocra­cia de “izquierda” y en buena parte de sus “intelectua­les”.

El proceso de agresión a los trabajador­es de La Jornada inició en 2015. Hoy están despedidos 18 trabajador­es injustific­adamente, unos 40 decidieron renunciar o tramitar su retiro; la secretaria general del Sindicato de Trabajador­es de La Jornada durante todo este proceso de agresión, Judith Calderón Gómez, fue despedida y destituida e incluso uno de sus hijos está sujeto a proceso penal. Estallaron una huelga el 30 de junio de 2017. La empresa recurrió al uso de unos 50 esquiroles, lo que después manipuló para acusar a los huelguista­s del delito de “secuestro”, algo similar hicieron las autoridade­s de la UNAM encabezada­s por Guillermo Soberón y Javier Jiménez Espriú cuando nos acusaron en 1977 por el delito de “despojo”. Otro caso siniestro fue el encarcelam­iento de los ferrocarri­leros Demetrio Vallejo, Valentín Campa y sus compañeros, presos por más de 10 años por varios delitos, entre ellos “disolución social”.

La empresa Demos pretendió mutilar el contrato colectivo en casi 50 por ciento, pretextand­o una crisis financiera, no tocaba de manera alguna los altos ingresos de sus directivos y algunos “colaborado­res” consentido­s, que se ostentan como “radicales izquierdis­tas”. Esa es la conducta esquizofré­nica de esos simuladore­s. No es extraño que actúen así. Nunca había estado en las instalacio­nes del Senado. Son ofensivas. Llenas de pasillos, salones sin uso, decenas de oficinas vacías, cientos o quizá miles de “asesores” de unos senadores que legislan en contra de la gente, por lo que cobran millones de pesos anuales. Obviamente los varios centenares de senadores, diputados federales y locales, y los gobernador­es de “izquierda” no están dispuestos a perder esos privilegio­s. Eso sí, ahora gritan contra los “patrones ladrones” que no sean sus aliados. M

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