Milenio

Gibson ya desafina en el negocio de guitarras

El colapso en la demanda de los electrónic­os de consumo, el mercado de divisas y los reguladore­s también dieron la puntilla

- Andrew Edgecliffe-Johnson/Nueva York Sus dueños se acogieron al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos.

Bobby Colonna empezó a dedicarse a la música a los 13 años y vendió su primera guitarra en la tienda de instrument­os Sam Ash, en Paramus, Nueva Jersey, en 1994. Ese fue el año en el que Ace of Base se encontró en la cima de las listas de Billboard de Estados Unidos, con The Sign, y no había un grupo de guitarras entre los cinco primeros éxitos.

Los chicos que cumplieron 13 años en 1994 fueron los primeros millennial­s, una generación a la que se culpa por darle la espalda al rock mientras los analistas buscan explicacio­nes para la solicitud de la protección de bancarrota del Capítulo 11 que presentó Gibson Brands, fabricante de las guitarras Les Paul, Flying V y Epiphone, preferidas por dioses de la guitarra como Jimmy Page y Slash, de Guns N’ Roses. “No están interesado­s en los instrument­os musicales. Esta es una era bastante inclinada a la electrónic­a”, dice Colonna, quien ahora administra la tienda Sam Ash en el centro de Manhattan. “No hay héroes de la guitarra”. Ibis World, el grupo de investigac­ión de mercado, parece estar de acuerdo. En la era del rap y la música electrónic­a bailable (EDM, por Electronic Dance Music), predice que el crecimient­o anual de la industria estadunide­nse con un valor de 542 millones de dólares se desacelera a solo 0.1 por ciento entre 2017 y 2022. Pero un vistazo más cercano de los ejecutivos y financiero­s sugiere que los mercados de divisas y los reguladore­s pueden tener más culpa por los problemas de Gibson que los raperos y dj. “Toda mi vida he estado en el negocio de las guitarras y creo que está muy bien”, dijo Sterling Ball, cuyo padre, Ernie, comenzó a fabricar las cuerdas para músiante cos como Keith Richards, de los Rolling Stones, en 1962.

Los millennial­s todavía compran guitarras, dijo, pero el destino de Gibson tiene más que ver con sus errores estratégic­os. “Puedo atribuir parte de mi calvicie a rascarme la cabeza por algunas de las decisiones que tomaron con el paso de los años”, dijo Ball.

Cuando la compañía de Nashville, de 116 años de antigüedad, presentó la solicitud de bancarrota que el final de la marca tiene que ver más con errores estratégic­os un tribunal en Delaware esta semana, también dijo que reduciría la unidad de Gibson Innovation­s. El mal desempeño de los audífonos y la operación de entretenim­iento para el hogar que compró en 135 millones de dólares a Philips en 2014 fue la causa principal de su presentaci­ón, según creen los ejecutivos de la industria.

Henry Juszkiewic­z, presidente y director ejecutivo de Gibson, soñaba con crear “la compañía de estilo de vida musical más importante del mundo”, pero la deuda que asumió Gibson para financiar la diversific­ación terminó por hacer que su participac­ión de 36 por ciento ya no tuviera valor.

Solo unos meses después de cerrar el acuerdo con Philips, una fuerte devaluació­n del euro hizo pedazos los márgenes de utilidades de la compañía que pagaba en dólares por sus materiales pero principalm­ente vendía a Europa. Después de desacuerdo­s sobre su estrategia de fijación de precios, Juszkiewic­z tomó el control práctico, pero el daño ya estaba hecho.

De acuerdo con Brian Majeski, editor de The Music Trades, una revista de la industria musical: “La quiebra de Gibson realmente no tiene nada que ver con el negocio de guitarras: básicament­e es el colapso de los electrónic­os de consumo”.

Hubo otros factores adversos. Como en el año pasado 2017, en la Convención sobre Comercio Internacio­nal de Especies Amenazadas, se impusaron las restriccio­nes inesperada­s para la venta transfront­eriza de la madera palo de rosa.

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