Gibson ya desafina en el negocio de guitarras
El colapso en la demanda de los electrónicos de consumo, el mercado de divisas y los reguladores también dieron la puntilla
Bobby Colonna empezó a dedicarse a la música a los 13 años y vendió su primera guitarra en la tienda de instrumentos Sam Ash, en Paramus, Nueva Jersey, en 1994. Ese fue el año en el que Ace of Base se encontró en la cima de las listas de Billboard de Estados Unidos, con The Sign, y no había un grupo de guitarras entre los cinco primeros éxitos.
Los chicos que cumplieron 13 años en 1994 fueron los primeros millennials, una generación a la que se culpa por darle la espalda al rock mientras los analistas buscan explicaciones para la solicitud de la protección de bancarrota del Capítulo 11 que presentó Gibson Brands, fabricante de las guitarras Les Paul, Flying V y Epiphone, preferidas por dioses de la guitarra como Jimmy Page y Slash, de Guns N’ Roses. “No están interesados en los instrumentos musicales. Esta es una era bastante inclinada a la electrónica”, dice Colonna, quien ahora administra la tienda Sam Ash en el centro de Manhattan. “No hay héroes de la guitarra”. Ibis World, el grupo de investigación de mercado, parece estar de acuerdo. En la era del rap y la música electrónica bailable (EDM, por Electronic Dance Music), predice que el crecimiento anual de la industria estadunidense con un valor de 542 millones de dólares se desacelera a solo 0.1 por ciento entre 2017 y 2022. Pero un vistazo más cercano de los ejecutivos y financieros sugiere que los mercados de divisas y los reguladores pueden tener más culpa por los problemas de Gibson que los raperos y dj. “Toda mi vida he estado en el negocio de las guitarras y creo que está muy bien”, dijo Sterling Ball, cuyo padre, Ernie, comenzó a fabricar las cuerdas para músiante cos como Keith Richards, de los Rolling Stones, en 1962.
Los millennials todavía compran guitarras, dijo, pero el destino de Gibson tiene más que ver con sus errores estratégicos. “Puedo atribuir parte de mi calvicie a rascarme la cabeza por algunas de las decisiones que tomaron con el paso de los años”, dijo Ball.
Cuando la compañía de Nashville, de 116 años de antigüedad, presentó la solicitud de bancarrota que el final de la marca tiene que ver más con errores estratégicos un tribunal en Delaware esta semana, también dijo que reduciría la unidad de Gibson Innovations. El mal desempeño de los audífonos y la operación de entretenimiento para el hogar que compró en 135 millones de dólares a Philips en 2014 fue la causa principal de su presentación, según creen los ejecutivos de la industria.
Henry Juszkiewicz, presidente y director ejecutivo de Gibson, soñaba con crear “la compañía de estilo de vida musical más importante del mundo”, pero la deuda que asumió Gibson para financiar la diversificación terminó por hacer que su participación de 36 por ciento ya no tuviera valor.
Solo unos meses después de cerrar el acuerdo con Philips, una fuerte devaluación del euro hizo pedazos los márgenes de utilidades de la compañía que pagaba en dólares por sus materiales pero principalmente vendía a Europa. Después de desacuerdos sobre su estrategia de fijación de precios, Juszkiewicz tomó el control práctico, pero el daño ya estaba hecho.
De acuerdo con Brian Majeski, editor de The Music Trades, una revista de la industria musical: “La quiebra de Gibson realmente no tiene nada que ver con el negocio de guitarras: básicamente es el colapso de los electrónicos de consumo”.
Hubo otros factores adversos. Como en el año pasado 2017, en la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas, se impusaron las restricciones inesperadas para la venta transfronteriza de la madera palo de rosa.