Marx attacks!
Aunque nos encontremos en el pleno aniversario 200 de Karl Marx y hemos visto que sus ideas, luego de ser consideradas anticuadas han experimentado una especie de resucitación, resulta increíble que Andrés Manuel López Obrador, quien enarbola ideas que en los años 60 y 70 se hubieran considerado exóticas y hasta peligrosas por amenazar las maravillas del capitalismo, como bien dicen sus adversarios políticos, haya puesto en entredicho a los empresarios de la patria que, desde los tiempos de los hermanos Flores Magón, que también eran unos radicales neocomunistas, siempre han sido generosos, solidarios, empáticos con el proletariado sin cabeza, demostrando que el mito genial de la explotación del hombre por el hombre es pura política ficción.
Digo, cómo voy a creer que el tabasqueño insinúe de manera tan poco delicada que algunos grupos de la iniciativa privada, regularmente los más poderosos, hayan estado aliados al poder político de los partidos en el poder en México desde tiempos inmemoriales y que incluso han sido quienes deciden los destinos de la patria según sus intereses financieros.
O sea, no puede ser. ¿De dónde habrá sacado este nada perínclito politicastro que los más altos grupúsculos empresariales que prácticamente viven al borde de la justa medianía y la austeridad republicana, sean capaces de mantener sojuzgada a la masa trabajadora con salarios mínimos que no los tiene ni Guatemala y, mucho menos, Obama.
Por Dios, si de la misma manera en que al pulque le falta un grado para ser carne, a México, gracias a las reformas estructureichons de mi licenciado Peña que tanto entusiasmo causaron entre los adoradores del libre mercado, le falta un grado para ser Suiza. Por eso y muchas cosas más, y aunque digan que los verdaderos generadores de riqueza y empleos sean los pequeños y medianos empresarios, creo que son los inversionistas de caché, los que suelen ser homenajeados y rescatados por el Estado, quienes se merecen todo nuestro respeto, aunque haya tanto canalla que los acuse de ampararse en la contaduría creativa y las exenciones hacendarias recreativas.
Afortunadamente frente a estas cosas te devuelve la fe cuando un personaje de la talla proba y moral de Robero Deschamps reconoce junto a su candidato, el dotor Mit, que la casa (no queda claro si se refería solo a Pemex o a todo el país) está sucia y que hay que corregir todo lo que está mal.
Ya lo dijo Marx, la peor lucha de clases es la que no se hace. M