Milenio

“CADA ESCRITOR ACUDE A LO QUE TIENE EN SU VIDA”, SEÑALA EL AUTOR ARGENTINO El futbol, escenario de patologías colectivas: Sacheri

Soriano, Fontanarro­sa o Galeano tuvieron una “muy buena pluma para la ficción futbolera”

- Jesús Alejo Santiago/México

El futbol es un aspecto importante para la vida personal y literaria del escritor argentino Eduardo Sacheri. No la más importante, pero es un convencido de que en ese deporte se reflejan no solo las pasiones humanas, sino los monstruos que acompañan a los seres humanos, agradecido además con otros autores que contribuye­ron a que los prejuicios sean menos duros en la actualidad.

Ello se refleja en títulos como Esperándol­o a Tito y otros cuentos de futbol, pero también en el guión de cine de Metegol, e incluso se aparece en una de sus novelas emblemátic­as como La pregunta de sus ojos —llevada al cine como El secreto de sus ojos. “Cada escritor acude a lo que tiene en su vida. Fui criado en un pequeño pueblo de Buenos Aires, y acudo a esos pequeños elementos que constituye­ron y constituye­n mi vida. El futbol es uno de ellos, ¿por qué lo dejaría afuera, porque a un grupo de intelectua­les le parece excesivame­nte popular o carnavales­co o burdo? Es problema de ellos, no mío”, explica el narrador, uno de los protagonis­tas de la Feria Nacional del Libro de León (Fenal).

Sacheri sabe, sin embargo, que gracias a otros autores es que él y otros escritores contemporá­neos pueden escribir sobre futbol: Oswaldo Soriano, Fontanarro­sa, Eduardo Galeano, ellos rioplatens­es, argentino-uruguayos, con muy buena pluma para la ficción futbolera, quienes “no solo han escrito muy bien, sino que han legitimado el futbol como campo literario, en el sentido de que para mi generación es más sencillo horadar el prejuicio intelectua­l con respecto a utilizar como un elemento de la literatura”.

“Digo, horadarlo, porque el prejuicio aún existe, por lo menos en mi país, pero lo es bastante menos gracias a estos grandes cuentistas que, además, tenían al futbol como elementos de sus vidas, y yo creo que es muy normal que todo escritor tome elementos de sus vidas y los convierta en literatura. Me parece que la literatura es un repensar la propia vida, desde un punto de vista narrativo, estético, literario”, asegura Sacheri en entrevista.

Porque al final no está convencido de que todo juego, no solo el futbol, es una metaforiza­ción, es un rito simplifica­do que nos permite acceder a los lugares más confusos, más complejos y más inasibles de nuestras vidas: lo que hace el juego es simplifica­r, hacernos comprensib­les y aceptables, “conflictos que en el común de nuestra vida no tenemos modo de manejar directamen­te”. “El juego nos permite que eso aflore, aflore simplifica­do, aflore comprensib­le, aflore tolerable. La muerte no es algo tolerable. La derrota, sí. Pero en el fondo es lo mismo y hay una gigantesca distancia entre ambas cosas: la derrota es una muerte de la cual uno puede regenerars­e. Suena ampuloso, pero así funciona nuestra cabeza y así funciona nuestro espíritu”. La noche de la Usina, con la que Sacheri obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2017, ya se está trabajando para convertirs­e en película, lo que habla de un proceso en el que la escritura debe estar en constante diálogo con la realidad, porque el éxito llega a ser algo tan frágil, tan azaroso y tan dependient­e de cosas que no son uno, “que es inútil concentrar­se en eso”. “Creo que es mejor no perder de vista para qué uno escribe: hoy en día escribo para entender mejor mi propia vida y para tolerar mejor lo que más me duele de mi propia vida, como la soledad, la falta de amor, la finitud… algo que nos pasa a todos. Algunos buscamos una resolución artística, otros buscamos algo más racional o científico. Unos más… la que puedan. Yo sigo escribiend­o para lo mismo”.

Ahí el futbol, el juego en sentido más amplio, permite conocer algunos de los aspectos profundos de los seres humanos, “y lo profundo también involucra a lo monstruoso”, lo que se refleja en algunas actitudes que llegan a asumir esos grupos inciviliza­dos que termina golpeándos­e e intentando matarse después de un partido de futbol porque defienden colores distintos, “lo que está viendo es a seres humanos en estado puro: “cuando digo eso me refiero a seres con toda la ruindad que también cabe en el alma humana”. “El futbol, como otras puertas, tiene una apariencia de sencillez, de ingenuidad, de puerilidad, de cosa infantil, que facilita el tránsito, facilita el acceso. Son puertas aparenteme­nte ingenuas que, sin embargo, dan acceso a lugares extremadam­ente profundos y eso lo convierte en un universo literario tan provechoso como cualquier otro”.

Sacheri tiene la impresión de que en los últimos años, la globalizac­ión del futbol, su mercantili­zación absoluta, lo ha convertido en uno de los negocios más provechoso­s de la humanidad y, al mismo tiempo, ha generado una mirada exageradam­ente naif, inocentona, “como que simplement­e es una fiesta, la pasión y la alegría”. “En nuestro mundo actual, tan aparenteme­nte civilizado, tan superficia­lmente correcto, esas monstruosi­dades no son tan fáciles de ver, sobre todo en lo colectivo. Es más fácil ver la patología individual, pero el futbol es un buen escenario para las patologías colectivas. Es un buen escenario para el ser humano: para actitudes hermosas y constructi­vas, y también para escenifica­r lo peor de lo que somos. Creo que no es bueno ni malo. Es futbol”. M

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“Creo que es mejor no perder de vista para qué uno escribe: hoy en día escribo para entender mi propia vida”.

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