Héctor Infanzón: trato de traducir la sonoridad urbana
Su estilo, dice el músico en entrevista, “es de un carácter híbrido que se conforma con todo este mestizaje que somos los mexicanos”
Al ser entrevistados, los jazzistas deben contestar una pregunta incómoda, acompañada con frecuencia de un gesto adusto de preocupación del periodista —como el de un médico a punto de anunciar un cáncer—: ¿El jazz es elitista?
Nunca me he explicado por qué el término causa tal escozor, como si se tratara de una grosería o una enfermedad incurable y, para colmo, contagiosa. Si nos atenemos al diccionario de la Real Academia, elitista es, llanamente, una “minoría selecta”. Bienvenidos los selectos, porque de ellos es el reino de los cielos del jazz.
La noche del jueves, una minoría selecta llenó la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas para compartir la presentación del disco más reciente de Héctor Infanzón, Live in Hong Kong. Si algo distinguió el acto fue la bonhomía del músico y su cuarteto, esa sí, contagiosa, irresistible. En momentos como el tumbao de “Azúcar”, uno de sus temas emblemáticos, la sala se cimbraba, las palmas se encendían y las sonrisas florecían.
Al reunirnos para charlar sobre Live in Hong Kong, le pregunto cómo define su estilo tras cuatro décadas en las que ha pasado de la salsa al jazz, de la música pop a las obras sinfónicas y de cámara, de la musicalización de películas mudas a los duetos a dos pianos o con clavecín.
Con tono apacible, el pianista, compositor y arreglista responde: “Yo creo que mi música tiene un carácter ecléctico, un carácter híbrido que se conforma con todo este mestizaje que somos los mexicanos”.
De ese mestizaje, agrega, “está hecha mi música. Yo trato de traducir la sonoridad de la ciudad: cuando voy caminando cierro los ojos —sin descuidar la cartera— y oigo todo lo que está alrededor. Oigo los cantos de los vendedores y suena como un swing huapanguero. Toda esa música, tanto del habla como de los pregones, los sonidos de los coches y el bullicio en general crea una sonoridad que a mí me llama la atención”.
La música que encantó en la gira que Infanzón y su cuarteto realizaron por China, de donde salió el material para su disco, no es caótica. Además, se advierte que fue concebida entre sonrisas, condimentada por la complicidad que el pianista ha alcanzado con Adrián Infanzón en el bajo, Luis Gómez en la percusión y Enrique Nativitas en la batería. Tu música, invariablemente, aunque a veces sea nostálgica, tiene un sello jubiloso, transmite optimismo... Yo me reconozco con una naturaleza alegre. Cuando compongo tengo que estar bien, estar contento. Si no lo estoy me cuesta trabajo, aunque a veces de la tristeza surge el optimismo: ¡Seguimos adelante! Puedo tocar algunas cosas tristes, pero el espíritu es optimista. Uno se crea los momentos de alegría a pesar de los avatares de la vida. ¿Cómo recuerdas el concierto incluido en el disco? Tocamos uno de los últimos conciertos de una gira de más de 20 presentaciones en el Orange Peel Music Lounge, de Hong Kong, un club de jazz muy íntimo. Resultó una noche memorable para todos nosotros porque la música fue muy energética y muy bien recibida por el público, a pesar de que no nos conocían. El lugar estaba lleno con gente de todo el mundo por ser una ciudad cosmopolita. La entonces cónsul de México, Alicia Buenrostro, pidió que se grabara el concierto como testimonio de nuestra presentación. ¿Por qué decidiste editarla? El ingeniero que nos sonorizó nos mandó la grabación, pero me dijo que, de haber sabido que planeaba editarla, hubiera grabado en varios canales y no en solo dos, por tratarse de un registro testimonial. Pero la escuché y me di cuenta de que estaba bastante bien, como se grababa antaño. La música que hicimos esa noche fue lo que más me sorprendió. Muchas veces trasciendes las grabaciones porque la música te jala más, por lo que decidí editar el disco y compartir con la gente nuestra experiencia en Hong Kong. Hay un encanto distinto en las grabaciones en vivo... Me gusta el hecho de poder escuchar un disco como los que yo solía escuchar de mis ídolos, con todo el ruido de la gente y el ambiente de un club de jazz. Se grabaron dos sets y dejamos fuera cinco piezas. m