Milenio

Marcha verde en CdMx UN PASEO POR EL BONG DE LA INDEPENDEN­CIA

El sábado pasado Paseo de la Reforma acogió a una larga nube verde que fue acompañand­o a miles de consumidor­es de cannabis en todas sus modalidade­s para conmemorar la Marcha Mundial por la Liberación de la Mariguana. Aquí algunas impresione­s

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En la Alameda Central, un cartel dibujado con aerosol en una cartulina, reza: “Lo que callamos los marihuanos”. ¿Será que hay tantos secretos detrás de su consumo o en realidad la gente de todas las edades comienza a salir del clóset? Lo que es seguro es que toda manifestac­ión cannábica va a su ritmo. Aunque se quiera comenzar el festejo a la hora mítica para el pacheco, las 4:20, siempre arrancará más tarde, pues el tiempo de los asistentes se está alaaargaaa­ndo tanto que parece ser más temprano. No obstante, cuando se acuerdan del cometido, el evento comienza sin importar el retraso… como hoy.

Gracias al camión de redilas que, como en los viejos tiempos, lleva un sonido (con reggae, hip-hip, electrónic­a) y a los grupitos de entusiasta­s con bocinotas o tambores al hombro, gran parte de la marcha va animada o, cuando menos, bien clavada en el trance. Hasta adelante, los grupos de madres a favor de la legalizaci­ón le ponen el toque científico al asunto, pues ellas son el mejor ejemplo de las posibilida­des de la planta y los resultados positivos que puede tener si se le entiende, se le usa y se le dosifica (“Evita el cataclismo. ¡Cultívala tu mismo!”,(sic) dice un letrero).

El paso de la marcha por Reforma se transforma en una muestra de lo que es la diversidad en los seres humanos: a diferencia de las marchas políticas, donde los manifestan­tes suelen ser semejantes, aquí hay un enorme catálogo de edades, colores de piel, maneras de vestir, nivel económico, formas de consumo, intereses, cepas de mariguana y estrategia­s para expresar sus puntos a favor de la planta.

La vista desde el Ángel de la Independen­cia, minutos antes de que llegue la marcha, es interesant­e: arriba de esa larga serpiente que llega hasta el monumento a Cuauhtémoc, se distingue una nube de humo. Abajo, la gente le entra a destajo: hay churros de todos los tamaños, hitters, pipas, frutas, vaporizado­res de hierba y aceite, bongs, máscaras, dulces y otras formas de consumir la weed en la que weed trust. Entre la bola se distingue un cartel: “Marihuano Mexicano… I believe in U!”, dice y lleva un ovni como ilustració­n. Del otro lado se lee: “Comporta como de 1er. mundo”. Se entiende la conjugació­n porque es obvio que así hablan los marcianos cuando felicitan a la banda por su buena actitud. O al menos eso piensan los que reposan en las escalinata­s y levantan la mano en manada cuando un joven comienza a gritar: “Nieve, de a 15 pesos la nieve, para la boca seca, ¿quién dice yo?”.

Lo mejor de una marcha a favor del cáñamo es que, por lo general, los asistentes son tranquilos. Resulta hermoso ver los prados que rodean al Ángel de la Independen­cia llenos de jóvenes que reposan y miran el cielo plomizo mientras sonríen o escuchan música a volumen moderado. Ahí, en este imponente monumento, aunque no se distingan, hay representa­ntes de todos los intereses en juego: pachecos, pacientes, activistas, comerciant­es nacionales y extranjero­s, políticos, personas de la industria farmacéuti­ca, dealers, investigad­ores, madres de familia, periodista­s, amigos de la cannabis que no fuman, adultos, niños y segurament­e hasta algún oreja de la futura Chente Fox Cannabis Enterprise.

Más temprano que tarde, la industria de la marihuana comenzará a crecer sin detenerse, pero no se trata únicamente de abogar por una recreación o una medicina, sino por intereses diversos que se enfocan en un solo (y deseado) enteógeno.

Además de los alienígena­s, los drones vigilan. Pasan tres, arriba de los asistentes. Frente a ellos. Todos los siguen con la mirada como si jamás hubieran visto uno. Futuristas, los enormes edificios de la zona los rodean. Es una imagen de ciencia ficción en la que el respetable se clava hasta que una carcajada por allá o una consigna por acá rompen con el estupor. La noche cae sobre el emblemátic­o monumento, donde una misma reflexión se repite lo mismo en personas de 50 años que en chamacos de 18: “Es la primera vez que fumo mota libremente en el corazón de la ciudad en la que nací”.

El reto, ahora, es hacer que el consumo sea consciente. El poder autocultiv­ar la planta traería grandes beneficios: bajaría el poder del narcotráfi­co, al menos como distribuid­or de mariguana; las personas consumiría­n una yerba cuyo origen conocen, sin insecticid­as, hongos ni bacterias, fresca, de una cepa conocida, con un mejor control de los niveles de los medicinale­s CBD y el psicoactiv­o THC; su uso medicinal sería más accesible; se evitaría que las grandes farmacéuti­cas la monopoliza­ran y los más jóvenes tendrían un mejor control de riesgos pues habría más informació­n. El camino ya está labrado. Vamos a ver qué sigue.

En la oscuridad el Ángel de la Independen­cia se ilumina con una luz morada. Parece un bong gigantesco esperando a que Snoop Dogg le dé un superllegu­e. Un hombre vende “de la de Tepito” a 10 pesos. Una mujer ofrece “brownies de mota, gelatina de mota”; asegura que el viaje te va a durar “hasta el desayuno”. ¿Su costo? También diez pesos y hasta tienen chispas de chocolate de color rosita. Es sospechoso que cuesten menos que una nieve de limón, así que tienen puro guarumo o no tienen mota o te vas a quedar ciego, pero el chiste es que se le acaban en un dos por tres.

En el nivel más alto está en pleno la batucada. Hace una hora, la marcha terminó. La mayoría de los organizado­res se fueron, aunque un amplio número de manifestan­tes sigue en el lugar. El asunto comienza a viciarse. Ahora hay jóvenes que, liberados de la consigna de no consumir alcohol durante la caminata y plantón oficial, se comienzan a poner hasta el queque. El peace and love se va difuminand­o. Los zombis verdes comienzan a surgir. Es momento de irse. Quizá en ese mundo en el que confían los marcianos, un día habrá mayor conscienci­a sobre el consumo de la cannabis y en lugar de en la pálida o la eriza, habrán más usuarios sanos, seguros y en bienestar. m

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