JEFFERSON PÉREZ HAY VIDA DESPUÉS
compañías. Ahora vivo en España y estoy haciendo una maestría en política.
¿No te llamó la atención ser entrenador?
Yo creo que uno debe ser responsable y una de las cosas que el deporte tiene como base fundamental es que tú puedes lograr todas las cosas que requieras, pero con preparación, en eso no entra el empirismo, y lógicamente no me preparé para ser entrenador y ni estudié cultura física o cursos para el alto rendimiento. Entonces mis estudios estuvieron enfocados para administración y ahora hacia la política.
¿Qué recuerdos tienes de cuando eras competidor?
Tuve la suerte gigantesca de pertenecer a dos generaciones, la primera tenía como característica su determinación y la segunda se distinguía por la planificación y la tecnología, entonces estar en la etapa de Carlos Mercenario o ver de cerca a un Ernesto Canto fue maravilloso, y luego tener la fortuna de competir con Bernardo Segura o con Daniel García, y más tarde en la segunda generación ver a Éder Sánchez, deportistas que venían con la perspectiva diferente.
¿Qué cosas no extrañas?
La noche siguiente a la competencia, normalmente no podía dormir o comer, o que estuviera un médico a mi lado por los dolores o angustias, pero lo más especial es que podíamos hablar con los jóvenes sobre la transformación de sus vidas.
¿Algún resultado que haya sido entrañable en tu vida deportiva?
Todos me costaron mucho trabajo y creo que fueron diferentes experiencias y enseñanzas. El caso de Atlanta 1996, ser a los 22 años campeón olímpico es bastante difícil de asimilar. Y en Atenas 2004 era favorito a los 30 años, pero quedé fuera del podio a pesar de que llegué con récord del mundo y tras lograr el título mundial.
¿Cómo ha cambiado la marcha?
Hoy en día los chicos están más preocupados por mejorar los tiempos, buscar romper marcas mundiales o mejorar sus registros, pero quisiera recordarles que uno de los principios de la caminata es la técnica, entonces si no nos dedicamos a esa parte, la cuestión física no servirá.