Paradojas

Hay quienes consideran que el bien y el mal son conceptos que los seres humanos hemos inventado para referirnos a las cosas que nos convienen y las que no. En esa tradición existen notables diferencias desde la sofística hasta Nietzsche, pasando por Baruch Spinoza, entre otros.

Podríamos, sin embargo, reconsiderar si no acaso en un acotado sentido, nuestras ideas del bien y del mal son algo más que conceptos creados por nosotros mismos.

A nivel muy básico, en todo ser humano existe el placer y el dolor. Nadie en su sano juicio prefiere el dolor ante la pérdida de algo deseado o alguien amado, al placer de disfrutarlo.

Eso que nos une a lo amado el griego lo llamó symbolon, y aquello que nos desune le dio el nombre de diabolon. De ahí que el ámbito religioso le llamara así a lo que supuestamente nos separa de dios. En la mente supersticiosa, el diabolon tomó cuerpo y presencia real, pero los conceptos originales no aludían a esto.

Y es que, así como existen placer y dolor, existe unión y desunión: para un neonato el vínculo con la madre encarna el placer de la vida, mientras que la separación, conlleva dolor.

Podríamos pensar que el concepto de “bien” surge de un estado placentero de unión, que luego llamaríamos amor, y el de “mal”, de un estado doloroso de desunión, que luego llamaríamos odio. El bien y el mal serían conceptos creados para designar dos estados básicos de la vida y lo que de ellos se deriva.

Lo anterior no quiere decir que solo el humano pueda percibir placer y dolor, sino que es el único que ha racionalizado algo que cualquier ser sintiente, siente.

Por eso la supuesta superioridad humana es relativa: si la categoría a juzgar es la habilidad de expresar razonamientos argumentados, sin duda el ser humano es superior. Sin embargo, si la categoría fuera la capacidad de migrar, las mariposas monarca nos llevan una muy buena delantera.

Y si fuera la de preservar la vida en el planeta, entonces resultaríamos perdedores: eso, no más no se nos ha dado.

En ese caso, nos ganarían todos los demás animales, pues ningún otro ha sido tan depredador del resto de las especies y del planeta como lo hemos sido los seres humanos.

¿Superiores en verdad? m