Dos nuevos errores de AMLO
Una frase popular dice que el poder cambia a las personas que lo detentan. Es probable. Otro dicho asegura que no las transforma, sino que simplemente saca a la luz lo de lo que están hechas, lo que ya son. Y en su conflicto con el sector empresarial, dado que el tabasqueño ya se siente dueño del poder presidencial, AMLO exhibió de lo que está hecho: de un autoritarismo llano y de una intolerancia a la crítica preocupante. Pero eso ya no es novedad.
Simplemente, lo apunto para señalar que al enfrentarse de esa manera con los miembros del Consejo Mexicano de Negocios (pleito que hizo suyo la totalidad del sector empresarial) se le cayó la pintura de moderación que con tanta dedicación se embadurnó durante 2017 y los primeros meses de este año, con el fin de que los inversionistas nacionales y extranjeros le perdieran el miedo y les generara si no una gran confianza, por lo menos le concedieran el beneficio de la duda. Los desplegados empresariales, especialmente el del CMN, el titulado “Así no”, mandaron el mensaje claro de que López Obrador no ha cambiado; la confianza está a punto de desaparecer, si no es que ya lo hizo. Los inversionistas extranjeros que fueron cortejados por el candidato de Morena durante sus viajes a EU han de estar tomando nota del enojo de sus contrapartes mexicanas. Error número uno.
El segundo error es haber exhibido la concepción decimonónica, cargada de clasismo y revanchismo, que tiene de los empresarios y un desconocimiento enorme sobre cómo funciona la economía en las sociedades globales. Ello puede conducir a un deterioro grave de la estabilidad económica. Llamarlos una minoría rapaz, ladrones que no se cansan de robar y responsabilizarlos directamente hasta de la crisis de inseguridad no augura una relación sana con el sector que genera la riqueza en el país. Por más que saque el pañuelito blanco y les mande mensajes de amor y paz, los empresarios ya están a la defensiva por dos razones.
Primera, porque les espetó con crudeza y agresividad inusual lo que piensa de ellos: son un mal necesario, no un actor social positivo, al que hay que someter. Segunda, porque reiteró la concepción de una economía fundada en el intervencionismo gubernamental y en el gasto público como su motor fundamental, recetas que los mexicanos ya conocemos —la de Echeverría y López Portillo— y cuyos resultados fueron desastrosos.
Si López Obrador quiere hacer un buen gobierno, la economía tiene que crecer, es decir, generar riqueza. Y esa es la función y responsabilidad del sector privado, empresarios formales e informales, grandes, medianos y pequeños. Empresas y empresarios no operan bajo el código de la solidaridad (repartir la riqueza), sino de la ganancia (maximizar sus utilidades y acumular capital). Para ello tienen que ser competitivos. De lo contrario desaparecen.
Al Estado le corresponde, en materia económica, una tarea terriblemente compleja (no hay recetas probadas): crear condiciones favorables para que los empresarios creen riqueza, la mayor posible, al mismo tiempo que establece reglas que propicien su mejor distribución posible (política fiscal, de gasto, etcétera). Los empresarios no son hermanas de la caridad y si no hay reglas y mecanismos redistributivos legales y claros, se quedan con todo. Pero si el Estado no equilibra ambas tareas —condiciones para generar riqueza y mecanismos para distribuirla lo más equitativo posible— o no habrá riqueza que repartir o no habrá paz social en el mediano y largo plazos.
Enfrentarse con el sector privado e imponerle reglas obsoletas para crear riqueza es garantía no solo de que no se creará ésta, sino anuncio de procesos de deterioro económico severo. La desconfianza (eso que está echando por la borda AMLO) lleva a que salgan inversiones y ello a un ciclo de devaluación, inflación, tasas de interés elevadas, menor crecimiento, desempleo, etcétera. Está jugando con fuego porque es un juego que ya vivimos y en el que todos perdemos. M
Enfrentarse con el sector privado e imponerle reglas obsoletas para crear riqueza es garantía no solo de que no se creará ésta, sino anuncio de procesos de deterioro económico severo