BAJO, BAJO, BAJO, MÁS BAJO
Stanley Clarke (Filadelfia, 1951) será la figura estelar del Oasis Jazz U Festival, a realizarse en Cancún los días 1 y 2 de junio, organizado por Oasis Hotels & Resorts y Fundación Oasis. Como en las ediciones anteriores, la recaudación de taquilla se aplicará a los programas sociales de la organización. El cartel se complementará con Trombone Shorty, San Juan Project y Los Brass.
Ha pasado casi medio siglo desde que Clarke llegó a Nueva York en 1969 para abrirse paso. Hace siete años, recordaba esos días en entrevistas: “Había grandes bajistas, como Chuck Rainey, Paul Jackson y mi amigo Jaco Pastorius —ambos éramos los más jovencitos, pero ya andábamos por ahí—. Y nuestro grito de guerra era: bajo, bajo, bajo, bajo… más bajo (ríe). Luego las cosas cambiaron y ahora hay muchísimo bajistas que graban sus discos como líderes. Tengo el orgullo de haber contribuido a que esto sucediera”.
Formado entre grandes músicos, como Pharoah Sanders, Gil Evans, Horace Silver y Stan Getz, por nombrar a algunos, su nombre empezó a figurar al incorporarse al grupo Return to Forever de Chick Corea. Al frente de sus bandas, Clarke ha involucrado el jazz con la potencia del rock, la accesibilidad del pop y el rigor de la música de concierto con el bajo como guía, pero no como dictador.
El músico afirma que su función es “conectar el ritmo con la armonía, es como un pegamento. Es un instrumento muy poderoso en una banda: puedes tener una sin piano, batería o trompeta, pero es muy difícil si no tienes un bajo”.
Una de sus grandes influencias es Charles Mingus, más allá de que también tocara el contrabajo de manera magistral. “No era una persona fácil, pero era un gran músico y un líder de banda muy fuerte. En su música él sabía exactamente lo que estaba haciendo. Fue una casualidad que tocara el contrabajo, que solo era un instrumento. Él me enseñó que nunca deberías ser definido por el instrumento que tocas, sino por la música que haces, ya seas contrabajista, pianista, lo que sea”.
Impulsor de músicos jóvenes en su banda, Clarke explica que “la música crea una especie de hermandad entre los jóvenes: cuando yo era joven todos oían lo que yo escuchaba, aunque yo era un poco más aventurado. Si escuchaba a Jimi Hendrix y James Brown, también escuchaba a John Coltrane y Miles Davis. Creo que la música tiene un propósito social: siento que, cuando envejeces, en ocasiones la música trae reminiscencias de cuando eras joven, pero hay gente interesada en saber hacia dónde se dirige la música y busca al músico de jazz más reciente, va más allá”. m