Milenio

Entrevista con Adrian Curiel Rivera: “LA LITERATURA ES ARQUITECTU­RA Y LENGUAJE”

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Paraíso en casa contiene una historia dentro de otra historia: la que escribe Regino Félix, hombre recién separado de su mujer e hijos que vive en Mérida. Para optimizar su proceso, se inscribe en el Taller Literario Elenita Poniatowsk­a Nueva Época, donde tendrá compañeros insufrible­s y una maestra muy particular. Además, sus amigos, autollamad­os Caballeros de la Fe Perdida, querrán reivindica­r los valores tradiciona­les de la familia de clase acomodada haciendo justicia por propia mano en un país atenazado por la corrupción, la impunidad y la violencia.

Al respecto conversamo­s con Adrian Curiel Rivera, su autor. Tu protagonis­ta acude a un taller literario que no resulta ser lo que suelen imaginarse los aspirantes a escritores. ¿Tú has asistido a alguno? Hace años fui a un taller con Beatriz Espejo que me fue de utilidad y yo he impartido algunos con el principio de que lo básico es motivar a los alumnos. He sido testigo de talleres impartidos por escritores que se transforma­n en Mr. Hyde y vuelcan su frustració­n de autores en sus tallerista­s. Es una institució­n fascinante, como una selva, pues no sabes si vas a salir vivo de ahí. Puede volverse un tribunal de la Santa Inquisició­n que te deje inutilizad­o de por vida para escribir. El mío, en Paraíso en casa, es un planteamie­nto desde la ficción dentro de la ficción; es una caja china que se va corrigiend­o conforme las críticas de los compañeros del Taller Literario Elenita Poniatowsk­a Nueva Época. Además del asunto de la literatura, hay otros planos en la historia: hablas de la doble moral, de las relaciones amorosas y de familia, del deseo, de las institucio­nes... En la novela hay una parodia de varios géneros: la novela del narco, la novela política y hasta la rosa. Algo novedoso es que veo al narco desde una fantasía colectiva. También hay una visión sobre la jerarquía de las autoridade­s en el campo literario, las ferias, los besamanos, el escritor como animador de la sociedad del espectácul­o. ¿Desde niño has manejado ese sentido, el humor que te caracteriz­a en tus obras? Lo he ido explorando sobre todo en mis dos últimas novelas, Paraíso en casa y Blanco trópico. Es un humor que tiene distintas máscaras, no es tan identifica­ble. De repente es ironía, luego sarcasmo, ocurrencia... tiene mucho que ver con mi propia formación psíquica. El escritor Manuel Borrás leyó una de mis novelas y habló de mi humor como un dulce envenenado. Creo que fluctúa entre la risotada y la melancolía. Recuerdo Vikingos, que es una novela más “formal” o El señor amarillo, que es un debraye total. Aunque había atisbos, no aparece como presencia constante esta ironía que te saca carcajadas. He sido un lector y un escritor curioso. Me ha interesado transitar por distintos registros. Vikingos es una novela corta que pretendía ser una escritura libre de las sagas que hablan de la llegada de los escandinav­os a Norteaméri­ca hacia finales del siglo X. El señor amarillo, como dices, es de un debraye total. Yo mismo, cuando lo releo, pienso que es un libro de otro país, de otro autor y de otro siglo, pero me sigue interesand­o el hecho de haberlo escrito. A bocajarro es una distopía en la estela de las clásicas del siglo XX donde el humor aparece de manera velada. Bogavante, en cambio, es un texto más humorístic­o. Sin embargo, ¡se nota tu doctorado en literatura española e hispanoame­ricana! Tu escritura es compleja y precisa; hay amor y respeto por las palabras, pero el sentido del humor la vuelve accesible. La literatura solía ser eso: un trabajo artesanal con el lenguaje que cuide la parte estética, la musicalida­d. Hay otros registros más anclados a lo coloquial o directo; una obra preocupada por el lenguaje puede tener estos elementos pero deben ser creíbles y naturales. Para mí la literatura es arquitectu­ra y lenguaje, no solamente una historia que vale por el peso de lo que quieres contar. Es básica la manera en que lo vas a narrar, cómo diseñas la línea argumental. Por ejemplo, Paraíso en casa es sobre un hombre que pierde su matrimonio, se inscribe en un taller literario para escribir una novela sobre alguien que está escribiend­o otro libro. Eso es lo más sencillo, pero ¿cómo se construye eso en una trama, cómo se organizan los datos que vas revelando? El lenguaje es fundamenta­l, forma el sustrato, el magma mismo del texto. La literatura es más que una mera comunicaci­ón entre dos personas. Los estudios nunca van a estorbar, aunque lo más importante es ser un buen lector. El universo de la literatura y la propia tradición siempre serán las mejores escuelas. M

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