Milenio

Paxton lanza sin hit en su país

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James Paxton se convirtió en profeta en su tierra al lanzar juego sin hit el martes, por los Marineros de Seattle, en la victoria por 5-0 sobre los Azulejos de Toronto.

Paxton es el primer canadiense en la historia que logra esta proeza en su país natal. Se unió a Dick Fowler, el único canadiense que había tirado un juego sin hit, por los Atléticos de Filadelfia en 1945.

Originario de la provincia de Columbia Británica, Paxton señaló una hoja de arce, símbolo de Canadá, que lleva tatuada en el antebrazo derecho, en cuanto concretó el juego sin imparable. El público en el Rogers Centre lo ovacionó, sin importar que hubiera anulado a los Azulejos locales.

“De todos los lugares para conseguir esto, hacerlo en Toronto fue asombroso”, comentó Paxton. “Los fanáticos fueron maravillos­os. Me dieron algunos problemas en el séptimo inning, pero una vez que superé eso, en cierto modo comenzaron a alentarme, fue algo muy agradable”.

En su apertura anterior, Paxton (2-1) había recetado 16 ponches, la mayor cifra en su carrera. Esta vez volvió a lucir, con rectas de hasta 100 mph.

Retiró a Josh Donaldson mediante un roletazo, para poner fin al encuentro.

Paxton repartió siete ponches, entregó tres boletos y se benefició de una jugada sobresalie­nte por parte del antesalist­a Kyle Seager. Sin outs en el séptimo capítulo, Seager se zambulló para detener un rodado potente de Kevin Pillar. Pese a que no se había incorporad­o plenamente, Pillar hizo un tiro que dio un bote y fue capturado en la inicial por Ryon Healy.

El zurdo de 29 años hizo 99 pitcheos para lograr el tercer juego sin hit que se ha registrado este año en las Mayores. Curiosamen­te, los tres encuentros con doble cero se han presentado en diferentes países.

Sean Manaea, de Oakland, logró uno frente a los Medias Rojas de Boston el 21 de abril en California, mientras que cuatro serpentine­ros de los Dodgers de Los Ángeles se combinaron para conseguir la hazaña el viernes, frente a los Padres de San Diego en Monterrey.

De igual manera, Paxton se convirtió en el quinto jugador de los Marineros de Seattle en la historia que lanza un partido sin hit.

Los no-hitters previos de Seattle fueron cortesía de Randy Johnson (1990), Chris Bosio (1993), Félix Hernández (juego perfecto en 2012) e Hisashi Iwakuma (2015).

Seattle también tuvo seis lanzadores combinados para un juego sin hit en 2012. Vino al mundo a hacer lo que tenía que hacer y luego se fue, pero dejó una luz inextingui­ble, deslumbran­te”, palabras de Johann Peter Eckermann el autor de Conversaci­ones con Göethe. Estas mismas palabras se pueden aplicar al inmenso regateador brasileño Manuel Francisco dos Santos, apodado, por su semejanza con un pájaro torpe, feo y veloz, Garrincha.

El jugador más importante del Mundial de Chile en 1962 y uno de los extremos más desequilib­rantes en la historia del balompié mundial. Un genio del futbol que falleció, como Vesalio o Brodmann o como mi adorada Leticia, a la edad de 49 años. Garrincha era carioca y vació su vida tras la gloria arrullado por los demonios del tabaco y del alcohol, pero ya había hecho magia con Brasil. Es estremeced­or pensar que cuando Pelé y Garrincha jugaron juntos jamás perdió la verde-amarilla: un dato de sinceridad suicida, como diría García Márquez.

Lo imaginó espontáneo y magnífico en Suecia, en Chile e, incluso, en Inglaterra: Garrincha gambetea, finta, se cuela, construye y además anota: Garrincha, sin exagerar, fue Deus in nobis, por eso su apodo es impar, insuperabl­e: “la alegría del pueblo”. Es verdad: Garrincha fue zambo: esa circunstan­cia física descontrol­aba a sus rivales. Era zambo y genial Garrincha. No digo más: que los dioses lo cuiden en esa ciudad abstracta donde ahora reside: en el lugar de los espíritus, en el cielo más límpido: con la bandera del Botafogo, su club más amado, abrazada a su ataúd: gloria eterna para el inmenso Garrincha.

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